Violencia
Promovieron negociaciones pacíficas con los dirigentes del MRTA, e incluso ofrecieron a pagar dinero de rescate para asegurar la liberación de sus dignatarios En efecto, el régimen obtuvo un éxito con doble filo: aun cuando afirmara discursivamente su triunfo contra el terrorismo, también podía utilizar la crisis de los rehenes como evidencia de que la amenaza terroristaseguía siendo real y que las medidas de mano dura servían de contrapeso para combatirla omnipresente posibilidad de un rebrote. De hecho, justo cuando la crisis de los rehenes terminó, Fujimori declaró de nuevo acerca de la eficacia de las medidas hechas con mano dura: «El terrorismo se ha infiltrado en todas partes la verdadera democracia en el Perú.
El Comercio también criticó el arresto delgeneral en retiro, Rodolfo Robles, el26 de noviembre de 1996. Un feroz crítico al gobierno en asuntos de violación a losderechos humanos y por el creciente poder que poseía el SIN, Robles después alegó que el SIN había detonado una bomba una estación de televisión en la ciudad dePuno. Fue acusado por una corte militar por insubordinación, insulto a un oficialsuperior y difamación de las FuerzasArmadas. Críticas surgidas a partir del arrestoobligaron a Fujimori prometer a Robles que sería liberado incluso si era hallado culpable. Esto se percibió como una escisión en las relaciones con los militares. Robles fue liberado el 7 de diciembre de 1996.
En 1991 el canal de televisión de Ivcher fue atacado con bombas por Sendero Luminoso. Esto motivó que se convirtiera en un partidario del régimenen asuntos de políticas contrainsurgentes. No obstante, empezó a preocuparse por el inmenso poder que estaba acumulando el asesor principal de Fujimori, Vladimiro Montesinos, ya que consideraba que sus prácticas corruptas y criminales socavaban los éxitos del gobierno fujimorista. Véase Bowen 2000.
El régimen perdió una oportunidad de que el país supere elmiedo y la polarización tras tantos añosde violencia; y buscó perpetuarse en elpoder, garantizando la impunidad para los miembros de las fuerzas de seguridady encubriendo el accionar ilegal de toda una mafia. Así, jugando a la políticacon el terror en el Perú, destruyó los cimientos de la política democrática. Per-metió que continúen negándose las libertades tanto civiles como políticas en uncontexto de guerra contrainsurgente, inclusocuando la real amenaza terroristaya había desaparecido. La justificación de las prácticas políticas y autoritariasproporcionó la protección para que instaurara una extensa maquinaria de corrupción, que recién fue revelada cuando el régimen comenzó a decaer. Estoevidencia hasta qué punto el gobierno controlaba todas las instancias mediáticas, sumado a la conspiración existente entre los medios decomunicación con lossectores elitistas del régimen. Al jugar a la política con el terror, el régimen fujimorista desperdició unaoportunidad crítica para finalizar de una vez por todas con los movimientos insurgentes, particularmente, con la cruenta agrupación senderista. Desde su captura Guzmán buscó formas para impedir que su organización fuese eliminada del mapa. La manipulación política delgobierno respecto a la propuesta de unacuerdo de paz hecha por Guzmán, le dio a este la oportunidad de dirigirse asus huestes para ordenar una retirada organizada de la acción armada hacia unaactividad política de baja intensidad, muy parecidas a las tácticas que Senderousó en la década de 1970 para afirmar su presencia en la sociedad antes delanzar su guerra popular en 1980. Está claro que en laactualidad no hay posibilidad para que Sendero vuelva a ser una amenaza significante para el Estadoperuano, ni siquiera en el mediano plazo. Sin embargo, que la organizaciónhaya podido reconstituirse, haya desarrollado una estrategia política definiday que opere en distintos escenarios, tales como en las universidades, los pueblos jóvenes y remotas áreas rurales a lo largo del país, es de por sí...
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