visita de estilo nicolas ferraro
Nació el 30 de mayo de 1921, en Pampa Unión, hoy uno de los llamados “pueblos fantasmas” del norte de Chile. Se tituló de profesor de matemáticas y de arquitecto, profesiones que ejerció alternativamente durante toda su vida.
Publicó la novela “Terral” (1959), el libro de poemas “Sed por dentro” (1959), y su magnífica colección de cuentos “Inmóvil Océano” (1965), que obtuvodiversos premios, entre ellos el de la Sociedad de Escritores de Chile y el de la Universidad de Chile.
La materia de su obra está compuesta por el norte chileno, con sus pueblos muertos, con su emigración por el hambre o la necesidad. Ese viejo desierto, donde la gente es toda sobreviviente de un naufragio, posterior al fulgor económico que significó la época de esplendor del salitre. Ese airecaliente, soportado gracias al océano cercano, a los piques subterráneos y al alcohol, temas recurrentes en la obra de Ferraro.
Según el crítico Jaime Concha, en Ferraro hay más que un “dibujo de personajes singulares. También hay un sentido de comunidad que actualiza antiguas convivencias aldeanas”.
“Visita de estilo” debe ser el cuento chileno con mayor presencia de alcohol y bebedores excesivosde alcohol. Por eso está acá.
Visita de Estilo
Álamo, el subdelegado, estrechó la mano de Guillermo:
-Confía en nosotros, muchacho- le dijo-. No volveremos sin traerte la promesa del viejo Parra. Elisa será tu esposa en septiembre. Puedes contar con el subdelegado Álamo. ¿Te queda algo de ese pisco que nos diste?
-Sí, sí, algo me queda -dijo Guillermo-. Pero preferiría que no bebieran tanto.Sirvió, sin embargo, tres vasos con una mano que temblaba. ¡Qué barbaridad! Derramar un pisco tan bueno.
-Convendría apurarse -dijo Guillermo-. Los Parra comienzan a emborracharse a las cinco y ya son más de las cuatro.
-Hay tiempo todavía -respiré.
Guillermo me miró, moviendo la cabeza negativamente.
-No sabes llevar una buena chaqueta. Además te está grande.
Suspirando sacó una mota depolvo imaginario de la reluciente solapa.
-Tienes que cuidarla mucho. Pedrín, por Dios -suplicó-. Ésta será la chaqueta de mi traje de bodas.
-No te preocupes, Guillermo. Estás en buenas manos. Tienes un excelente par de padrinos.
-Amén -dijo Guillermo.
Siempre he sentido un especial afecto por él. Su cara redonda y lampiña de querubín me conmueve.
-No te preocupes -repetí-. Si nos es posibletraeremos la mano de la novia con nosotros, y el resto de la novia envuelta en tu chaqueta.
-Ja, ja -rió nerviosamente el querubín-. Ja, ja.
Pero no demostraba la menor alegría. Le extendí la mano.
-Volveremos -le dije. -Estaré esperándoles aquí mismo. Vuelvan pronto. Con buenas o malas nuevas, pero vuelvan pronto, por favor.
-No podrías haber elegido mejores padrinos -dijo Álamo-. Esperatranquilo.
-Por favor, no tarden.
-Está bien, está bien -dijo molesto.
Abrió la puerta y se coló por ella el viento de la tarde. Un viento arisco que lamía, aullando, las planchas de cinc de los tejados. El sol, como siempre, era una amarilla, inclemente, espesa bola de fuego, flotando sobre un océano de arena calcinada.-Vuelvan pronto, por favor -suplicó Guillermo por última vez.
Movimos lascabezas en señal de asentimiento. Nosotros también deseábamos regresar pronto. Y en lo posible, intactos. El pisco no había sido todo lo abundante que hubiésemos querido. Ir a casa de los Parra a pedir la mano de Elisa, y para Guillermo de todos los hombres de Pampa Unión, nos parecía un disparate. El calor, el pisco y el miedo nos humedecían el rostro y las manos.
-Necesito con urgencia otro vasitode pisco -me dijo Álamo con una voz muy delgada-. ¿Y si pasáramos al bar de Hoja para vaciar una botella? -se relamió- ¡Un par de vasitos, Pedro!
-No, no, subdelegado. La chaqueta que me prestó Guillermo no está hecha para ir al hotel de Hoja. Se llenaría de grasa. A decir verdad, de llenará de grasa, si paso a un kilómetro o menos del bar. ¿Cómo podría entrar con ella encima?
-Crees tú que...
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