Vislumbres de la India
Revelación del caos,conjunción, unidad y vacuidad al mismo tiempo: éstas fueron algunas nociones con las que Octavio Paz desenmarañó la compleja realidad de la India, un universo de mundos superpuestos que, más allá delfolclorismo y del sueño de “espiritualidad” occidental, dejan perplejo a cualquier extranjero que la visita.
La estancia de Paz como embajador de la India, Afganistán y Ceilán (Sri Lanka), su intuiciónpoética casi metafísica y su erudición facilitaron la tarea; en los seis años que Paz deambuló por ese “museo etnográfico e histórico” viviente y por los “jardines de árboles transparentes, donde lossonidos piensan y los pensamientos danzan”,1 la India se infiltró en sus textos. Ladera Este (1962-1968), Hacia el comienzo (1964-1968), Blanco (1966),2 incluso El mono gramático (1970), escrito despuésde su renuncia al servicio diplomático como protesta por la matanza de Tlatelolco, muestran la profunda inspiración que fue, para Paz, la tierra del Ramayana. Sus libros también son un acercamientominucioso a la diversidad de esta nación que no sólo no se agota con la profusión religiosa sino que se construye sobre un rígido sistema de castas, una apabullante torre de Babel, una modernidad apenascimentada y un ethos histórico que, como dijo al ex primer ministro Jawaharlal Nehru, tiene la capacidad de aglutinar rasgos culturales y proyectos históricos como si fuera un palimpsesto.
OctavioPaz visitó la India por primera vez en 1951. En ese entonces, ocupaba el cargo de Tercer Secretario en la embajada de México en París, desde donde contemplaba el último respiro del surrealismo. Al...
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