Vitus

A Matías le encantaba dibujar. Dibujaba en cuanto papel le caía en las manos. Hacía elefantes con sombrero, brujas bizcas con nariz alargada, monstruos llenos de pelos, ojos y patas, y fantasmas decolores que no asustaban a nadie…

Nadie entendía los dibujos de Matías, pero él los explicaba. “No es un árbol, mamá. Es una bruja que busca la escoba que perdió”. “No es un auto papá. Es unmonstruo con cuatro ojos que duerme en la siesta”. “No es una montaña, abuela. Es un fantasma resfriado con bufanda”.
Una vez, cuando tenía cuatro años, Matías no pudo encontrar ningún papel. Entonces,dibujó en la pared de su habitación un garabato muy simpático de color azul.

Al ver la pared, la mamá de Matías se puso bizca como las brujas de nariz alargada y al papá le creció la trompa como lade los elefantes con sombrero. Y aunque Matías les explicó que el garabato azul era su amigo, su papá pintó la pared con un pincel gordo y dos litros de pintura.
Matías no quiso volver a dibujar.Todo le recordaba al garabato azul. Pero cuando cumplió seis años, su abuela le regaló una caja con cuarenta y ocho marcadores y Matías volvió a dibujar. Hacía unos dibujos preciosos que ya no tenía queexplicar porque todos los entendían.

Una noche oyó un ruido en la pared. Se quedó en silencio, pero como no volvió a escuchar nada, apagó la luz. Entonces sintió otro ruido. Prendió la luzasustado, pensando que podía ser un ratón o un fantasma.
– Chist, chist, chist…- se escuchaba.
Matías se acercó en puntas de pie y apoyo la oreja contra la pared.
–Chist, Matías, soy yo -le dijocon una voz finita-. El garabato azul. ¿Podrías ayudarme a salir de la pared? -Pero… ¿có…có…mo…mo? tartamudeo Matías. - ¡Ah! No sé –le contesto la vos finita.

Matías pensó y pensó. Apoyó un papelsobre la pared suavemente para no lastimarlo, pasó el marcador azul por el lugar en que unos años antes, había dibujado al garabato. Cuando Matías le dibujo la boca, el garabato suspiró: -¡Al fin!...