Volver A La Aldea

VOLVER A LA ALDEA, para vivir
mejor
Promover ciudades pequeñas es la
única esperanza que nos queda para
afrontar un planeta desgarrado por las
grandes empresas, por la “evolución”
que vieneacompañada de la creación
de nuevas tecnologías, del
desangramiento de la tierra y de la
sobreutilización de los recursos
naturales, de esos que han mantenido
a miles de generaciones, pero que hoyse ven al borde de un abismo oscuro
que parece hacerse más profundo con
los días.
El sueño de cada joven –como yo‐ que
conozco es viajar por todo el globo,
darle la vuelta tal vez, ir a lasgrandes
ciudades, visitar los lugares turísticos
más reconocidos, probar comida aquí
y allá, tener de qué hablar en las
reuniones, haciendo alarde de cuántos
lugares conozco para poder encajar en
lageneración globalizada que nos ha
vendido esta sociedad de consumo.
Pero me pregunto, cuántos de ellos,
cuántos de nosotros, si quiera
conocemos bien el barrio, la localidad
o la ciudad quehabitamos? Conozco
casos de personas que han viajado
más por Europa que por su propio
país, y claro, eso tiene mucho más
peso a la hora de entablar una
conversación “interesante”, como si eldesconocimiento de nuestra cultura o
el reconocimiento parcial de la misma
fuera suficiente para el círculo social
del que hago parte.
Nos hemos olvidado de la sencillez de
los lugares pequeños, de latranquilidad de espacios en donde
todo lo que se ve es verde, donde
subirse a la copa del árbol más alto
significa alcanzar un gran panorama o
donde escalar montañas nos da el
privilegio devisibilizar el paisaje del
que estamos rodeados, donde tomar
agua de un río es posible o bañarse en
él no se sale de los cánones citadinos.
En Bogotá no nos podemos bañar en
los ríos, en Bogotá a losríos los
bañan1, mientras camino de mi
universidad al lugar en el que trabajo
a diario como mesera he podido ver
más de 2 veces en la misma semana,
como lavan el río San Francisco,
encausado en...