Voy a un mejor lugar

“Voy a un mejor lugar”

La muerte, clave central para la comprensión inequívoca de que la existencia humana es apenas un esbozo dentro del entramado universal, es siempre el nudo irresuelto cuandola discusión se ancla en el derecho o no, en la obligación o no, que el hombre tiene o debe asumir para privar de la vida a otros hombres. Si vivir implica el construir a nuestro alrededor una seriede símbolos a través de los cuales se nos habrá de conocer sin evitar nuestros contrastes, nuestras contradicciones, matar implica renunciar a toda posibilidad de encuentro con las luces y las sombrasde otros pero en principio de nosotros mismos.

El acto, es decir, matar, derrumba las ilusiones de muchos, y es cierto que hiere en la raíz más honda a toda sociedad que con afán busca siempre sermejor; pero es por eso precisamente que resulta inaceptable que dicha sociedad, protegiéndose tras la idea de que debe ser inatacable a toda costa, instrumente métodos voraces para expurgarse a símisma; métodos que no ocultan su objetivo que no es otra cosa que la venganza.

Como si nos encontráramos en la penumbra previa al gran deslumbramiento que fue el advenimiento de las civilizaciones,como si viviéramos en una época de tribus, de clanes, de hordas superiores, de castas impenetrables, hemos asistido a una ceremonia en la que el único fin era saciarse con la sangre de un condenado amuerte, cebarse en una vida que de cualquier manera ya había sido entregada en prenda, voluntariamente, por su dueño; de nuevo la sociedad, representada por el Estado, fijó los términos del sacrificio:una estancia de muros transparentes para exhibir al reo en su ejecución, gradas para espectadores que fungirían como testigos del escarmiento, y la Autoridad, la Autoridad al frente para que todo sellevara a cabo con rigor, sin contratiempos. Hipocresía pura de un Estado que sistemáticamente viola los derechos de todos en todo el mundo, de un Estado incapaz de verse de frente en su propio...