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Un día normal, ellos después de conseguir los metales que robaron, llegaron con su amigo Zitlapopocatl, que se ubicaba en el mercado:
¡Qué milagroamigos! –dijo Zitlapopocatl.
Eso mismo decimos- le contestaron Juanito y Tonatiú.
¿De qué vienen a hablar hoy?
Te veníamos a ofrecer unos metales preciosos, ¿qué opinas?- contestaron emocionadoslos niños.
Ah! Enséñame que traes.
*saca los metales preciosos de su bolsita*.
Están muy bien, ¿cuánto quieres por ellos?- contestó Zitlapopocatl.
Pues nosotros teníamos planeado hacerte un trueque.¡Uy! Eso ya no se puede, está prohibido, si un soldado español me ve me degolla.- Les dijo Zitlapopocatl asustado.
Ah, pero es que nosotros necesitamos plantas medicinales, mi primo se pone cadadía más mal- dijo Juanito un poco desesperado.
Te haré un trato. Te compraré estos metales, e irás con un amigo, cerca de donde tú vives. Dile que vas de mi parte y que te venda a mitad de precio lahierba que quieres.
Me parece bien, gracias- dijo Juanito, retirándose del establecimiento.
¡Cuídense, que la suerte los acompañe y tu primo se mejore!- les gritó Zitlapopocatl.
Juanito salió unpoco decepcionado de ahí y la vez feliz, creyendo que su amigo los iba a ayudar, pero eso no impidió que ellos fueran a buscar a la persona que les dijo Zitlapopocatl.
Él ya se había dado una idea dedonde era, así que no fue difícil encontrar a la persona de la cual hablaba Zitlapopocatl, sino que ahora lo difícil era convencerlo. Esto se debió a que hace poco tiempo, su amigo no salía de la...
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