Walter Gropius, Su Viaje A Japón
Una experiencia profunda es tener la dicha de poder viajar, en los años de madurez, alrededor del mundo y estudiar a los hombres de los diferentes países a la luz de sus formas de vida y de las obras realizadas.
Durante los últimos años he atravesado muchos mares y continentes y en todas partes tuve ocasión de observar la paulatina transformación de antiguasordenaciones social y económicamente feudales, en modernos estados industrialistas bajo la forma que nos es tan conocida. No puedo decir que semejante experiencia e haya dejado una impresión satisfactoria. Hice la tentativa de establecer en que su país se había logrado conservar la iniciativa cultural y una forma de vida equilibrada y orgánica, y los frutos de estas indagaciones fueron, salvo elcaso de algunas remotas culturas primitivas, bastante magros. Por donde quiera la influencia de la maquina había introducido tal desorden, que por el momento eran más visibles los daños que los beneficios de tal transformación.
Uno de mis viajes de llevo hasta Japón. La primera pregunta que se me hizo una vez llegado allí -vino de parte de un empleado de aduana- fue: ¿Tiene usted algo que ver conla cultura?
Desde luego que tengo algo que ver con la cultura, solo que nunca se me había formulado tan directamente esa pregunta en ningún aeropuerto. En el curso de mis dos meses y medio de estada en Japón (1954), trate de averiguar algo con claridad tocante a las consecuencias del choque entre la antigua cultura oriental y la civilización occidental moderna. No hace mucho nosotros hemosabandonado en Occidente casi todos los valores culturales de la área preindustrialista, en aras de una cosmovisión completamente nueva elaborada a base de ciencia y técnica, la cual sin duda ha contribuido para llevar nuestro nivel de vida material a una altura sin precedentes, aunque hasta hoy no haya estado en condiciones de despertar la lealtad interior ni aun de aquellos a los que ella debe suexistencia.
Me pregunto si estaríamos en condiciones de contestar a algunas preguntas que pudiera formularnos algún reflexivo oriental; nosotros, que tenemos naturalezas tan divididas, cuya vida sentimental se nutre del pasado, mientras ellos en su vida profesional aplican los más recientes adelantos técnicos. Mi impresión es que nuestra mentalidad occidental, en su incesante ímpetu por ejercer sudominio sobre siempre nuevos horizontes del mundo externo, podría aprender del espíritu oriental a descubrir también, mediante una intensificación espiritual, nuevos horizontes del mundo interior. Debiéramos comparar unos con otros los más profundos móviles de nuestra existencia, a fin de hallar lo que nos une, en lugar de ver tan solo lo que nos separa.
El mundo físico se ha reducidodemasiado como para que sigamos permitiéndonos vivir en una reciproca ignorancia -ignorancia que casi siempre lleva a la violencia-. Si Oriente y Occidente unieran sus dotes naturales, acaso lograríamos construir para el hombre del siglo XX un mundo más duradero de lo que parece posible.
Durante este viaje, lo que más me ocupo como arquitecto fue saber que podían aportar artistas, arquitectos yurbanistas, a fin de allanar el camino hacia una nueva unidad cultural.
¿De que modo conseguiremos quitar a nuestro ambiente el carácter de cosa incompleta que actualmente predomina haciéndolo tan insuficiente para nuestros contemporáneos?
Nunca he visto con mayor claridad que en Japón lo que concretamente significa una unidad coherente de la cultura. La razón de la profundidad y ramificación de laantigua cultura japonesa se ha de buscar en el hecho de que los japoneses no fueron casi perturbados a lo largo de más de 1000 años por ninguna guerra con el exterior, en cuyo tiempo permanecieron bajo una forma de gobierno poco menos que invariable. Aun hoy el hombre común y el campesino revelan en todas sus reacciones esta profunda influencia. Un rasgo esencial que comparten en igual medida...
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