Walter

Walter y sus ojitos negros

Una calurosa mañana de noviembre estaba recorriendo los barrios más pobres de una provincia del Norte de nuestro país.

El objetivo de mi viaje era visitar Centros de Desarrollo Infantil y de Salud para ver como andaban las cosas por esos lados y trabajar con la gente del lugar tratando de colaborar , aunque sea un poco, en la ardua tarea de mejorar la calidad devida de la población mas vulnerable.

La camioneta se detuvo en la puerta de un Centro de Desarrollo Infantil y la coordinadora corrió a recibirnos con alegría y la hospitalidad tan característica de nuestra gente del interior.

Entramos a un comedor enorme poblado de mesas y sillitas del tamaño de los niños alineadas a la perfección.

La imagen de un niño sentado solo en la cabecera de unade las mesas, capturó inmediatamente mi mirada. Comía con mucha dificultad trozos de pan mojados en leche dentro de un jarro de metal que apretaba firmemente entre sus manos.

Casi sin pensarlo y no sabiendo porqué, me dirigí hacia él . Sus ojos me estudiaban con una cierta desconfianza o quizás cautela.
Me acerqué despacio, con cuidado, no demasiado, lo suficiente como para que los dospudiéramos mirarnos y quizás intercambiar algunas palabras.

La coordinadora, junto con el equipo que me acompañaba, se acercaron , y alguno de ellos intentó explicarme algo sobre el niño.

Tenía ocho años e intentaban de todas maneras justificar su estadía en la institución(estos jardines son para niños de 2 a 5 años), como si yo tuviera el derecho o el poder de censurar la permanencia de eseniño en el lugar.
Su mamá trabajaba todo el día y no tenía con quién dejarlo. A continuación la coordinadora agregó:

- No es normal, pobrecito. Todavía usa pañales y casi no habla, recién ahora está aprendiendo a comer.

Le hice un gesto con mi mano, en señal de que se callara. No podía soportar que hablara así delante del niño, él estaba escuchando y su carita triste demostraba entendertodo lo que dijeran a su alrededor.

Me senté en una sillita a su lado y le pregunté:

- ¿Cómo te llamás ? ( hasta el momento nadie se había dirigido a él llamándolo por su nombre). Balbuceó algo incomprensible para mí, mientras trataba de pescar un trozo de pan dentro del jarro.

La coordinadora, habló por él: - se llama Walter.

Lo miré, le dije como me llamaba y le conté muybrevemente porqué estaba allí, que venía desde muy lejos viajando en un avión para visitarlos y que me encantaba conocerlo y conversar con él.

_ ¿No te molesta si me quedo sentada a tu lado mientras comés ?

Esbozo una sonrisa y movió su cabeza en un gesto de negación.
Luego puso la mano dentro del jarro y comenzó a comer con mas rapidez y facilidad. La leche chorreaba por su ropa frente a lamirada nerviosa de mis acompañantes que permanecían paradas junto a mi observando el “espectáculo”.

Walter terminó de comer, se levantó con el jarro y la cuchara en la mano y fue hacia la cocina.

Lo miré mientras caminaba de espaldasi, mi mirada se posó inmediatamente en sus piernitas flacas: cuatro marcas rojas, simétricas, las atravesaban en forma diagonal. Parecían estar hechas con uncinto o un látigo.
Nadie dijo nada al respecto, tampoco se si se dieron cuenta de que ese niño había sido maltratado fuertemente.
Seguramente para el personal de la institución era algo habitual, como para tantos otros que trabajamos con niños pequeños . Pero a lo largo de estos años he aprendido a diferenciar claramente lo habitual de lo natural. Y mi lucha está centrada en desnaturalizar estosactos injustos hacia los niños o adultos que viven situaciones de violencia y en algunas oportunidades, hasta para ellos mismos es vivido como merecido y natural formando parte de su vida cotidiana.

Walter volvió y se sentó junto a mí mirándome con la tristeza que parecía no abandonar nunca sus ojitos oscuros.
Lo miré, al mismo tiempo que le preguntaba:

-¿Querés contarme lo que le pasó...