Wild Horses

Respiró profundamente y entró al lugar. Su regalo estaba ahí. Siempre quiso un caballo blanco y al fin lo tenía... —No le tengas miedo —escuchó como alguien le hablaba. — ¿Qué haces aquí? —le preguntó y se armó de valor para mirarlo.  —Te estaba buscando. Mañana te vas a la capital, y no sé cuandonos volveremos a ver —le dijo él.
Su padre había decidió enviarla a estudiar a Londres. Lo iba a extrañar tanto.
—No pienses en eso. Volveré —dijo dulce.
— ¿Cuándo?
—No lo sé. Pero volveré.
—Mi madre dice que Lotres…
—Londres —lo corrigió esbozando una pequeña sonrisa.
—Lo que sea —continuó —Queda muy lejos… ¿Y si te pasa algo? ¿Y si me necesitas? —preguntó él con impaciencia.
—Habrá muchagente para cuidarme, salvaje —dijo divertida. 
Él no pudo evitar sonreír. Salvaje, apodo que ella le había puesto un día jugando.
—Sé que habrá mucha gente cuidándote —Se sentía nervioso —Pero son gente desconocida… Quería decirle tantas cosas. Sabía que dentro de un par de horas ya no se las podría decir. 
— ¿Vas a extrañarme?—le preguntó ella. 
De pronto sintió una mano que tomaba la suya.
¿Cómo quieres llamarlo? —Dijo Harry refiriéndose al caballo.
— ¿Es niño verdad? —Macho… se dice macho.
—Lo que sea —dijo ella tratando de imitar la expresión de él. —Quiero que se llame White. 
— ¿Quieres tocarlo? —preguntó. —No lo sé… tengo miedo.
Él tomó con más firmeza la mano de ella, para acercarla con cuidado al caballo. 
—White —lo llamó él, por su nuevo nombre.
Se acercaron más. Estiró sus manos hasta que la de ella se apoyó primero en el hocico de White.
— ¿Lo ves? Él no te hará daño. Sabe que eres su dueña —le dijo. — ¿Lo vas a cuidarpor mí? —le preguntó. —Claro que si, cuando vuelvas no lo vas a reconocer de lo lindo que va a estar —dijo con una sonrisa.  — ¿Aun tienes mi regalo? —le preguntó. Él asintió y lo buscó. Alzó a la vista una pequeña medallita de oro. —Siempre la vas a cuidar, ¿verdad?
—Siempre voy a cuidarla.Siempre voy a cuidar todo lo que tenga que ver contigo. Porque… porque… —dejó de hablar.
— ¿Por qué? —quiso saber ella. —Porque yo te quiero, enana —se animó a decir al fin. Él sacó algo del bolsillo de su pantalón y se lo tendió. Sus ojos no podían creer que lo que estaban viendo.
— ¿Lo compraste? —dijo anonadada. 
—Si —asintió éltímidamente —He estado ahorrando para comprártelo.
Ella sacó el pequeño anillo que tenía una piedrita violeta en el medio y se lo puso.
—Yo también te quiero, salvaje —le dijo dulce.
Con cuidado se acercó a él, se puso en puntas de pie y apoyó sus labios sobre los suyos. Ambos cerraron los ojos, compartiendo así su primer beso.
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¿Cómo podía ser posible que se leperdiera aquella cadenita? ¿Cómo? Y ahora no la encontraba por ningún lado. — ¿Buscabas esto? —preguntó ella. 
Al instante él levantó la vista y se puso de pie.
— ¿Dónde estaba? —quiso saber mientras se la quitaba de la mano.
—La dejaste tirada cerca del horno anoche, después de que lo arreglaste.
—No la dejé tirada. Seguramente se me cayó…Harry Styles era un hombre de campo. Había nacido allí, se había criado allí y pensaba morir allí. —Es como la decimoquinta vez que pierdes ese colgante, Harry —lo retó ella. — Al parecer no le gusta estar en mi cuello. — Aseguró él....