Ya nada importa
Joaquín Meza Sanjinés
Soy Armand. Es la primera vez que escribo algo así, y por ello me veo obligado a contarles parte de mi vida, ya que no tengo nada más que hacer. Necesito distraerme. No soy capaz de seguir soportando el tormento de vivir.
Para empezar diré que tengo sesenta años; son fines de los noventas: 1999 para ser más exactos. Dicen que el fin del mundo seacerca; yo no me trago semejante insensatez; no tengo credo, no creo en las doctrinas ni en los dogmas. Vivo en un pueblo llamado «Nuevo Anhelo», curioso nombre, ¿verdad? No es grande, ni siquiera civilizado; pero es todo lo que conozco y necesito conocer por ahora. No tengo familia, la mujer que amaba murió hace ya varios años; ni hijos, ni amigos, ni perro... Tal vez debí decirles que soy un pocoasocial, no muy carismático y muy directo con las cosas que digo: no las pienso bien y las expreso sin pensar en las consecuencias que podrían ocasionar en las personas que me escuchan, de todas formas soy así y ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.
Durante mucho tiempo creí que el mundo en el que me desenvolvía, era un mundo tranquilo y pacífico; no veía el mal en las personas, tal vezera demasiado confiado, sin dejar de lado mi personalidad poco afable. El único peligro que existía en este “mundo tranquilo” era el que yo traía conmigo.
He buscado durante mucho tiempo la fuente de la felicidad humana. Quise saber cómo se la conseguía. Intenté de todo: tengo dinero para hacer lo que desee, he tenido una infinidad de mujeres de todo tipo, color, tamaño, edad, dimensiones… loque puedan imaginar; probé varios tipos de drogas, sustancias y químicos; he amado y me dejé amar (aunque parezca increíble); pero duró poco. Intenté ser bondadoso, dar en lugar de recibir; de verdad que sí lo hice. Me he pasado mucho tiempo en esas cuestiones; incluso intenté buscar respuestas con la ayuda de magia “oscura”, si prefieren llamarlo así. Al final descubrí que eso de la magia essimplemente un montón de patrañas, nada tiene que ver con la realidad, después de todo, todo está en la mente. “La ley del mentalismo”, ya me lo había dicho un “amigo”.
Bueno, continuando: el dinero, el sexo, las drogas, el amor y la generosidad no son más que simples placebos que la vida ofrece como medio para pasar por esta peregrinación, hasta que te guste una opción en caso de haberla; yo ya lohabía visto antes: personas que, una vez que prueban uno de los referidos, se quedan eternamente esclavizadas al mismo. Pienso que quizá sea porque son débiles y, no es que yo diga que sea fuerte e invencible, es sólo que soy, simplemente, exigente; lo quiero todo y parece que no tengo nada.
Mi niñez fue muy complicada, crecí en medio de ocho hermanos, una familia muy pobre y de recursosestrictamente escasos; mi madre era confeccionista y mi padre un bueno para nada. Lo poco que ganaba de obrero, iba directo a la cantina del viejo Rafael, sus tragos terminaron destruyendo completamente a mi padre y a su desdichada familia. Mi madre tuvo que vender todas sus cosas para sobrevivir; mis hermanos (éramos la mayoría varones, excepto por la primogénita que era mujer) se echaron a perder enel vicio, en la calle. Era lógico: por la falta de dinero y la poca estabilidad, los pobres pajarillos comenzaron a volar antes de tiempo. Mi hermana se dedicó a la prostitución. Me dijeron que era muy buena; no obstante, una rara enfermedad mortal acabó con ella. Yo, que era, por decirlo así, el más conciente de la realidad en que vivíamos, me fui de casa a buscar una mejor vida. Mendigué enciudades cercanas, robé, traicioné... En fin, ya con mis veinte años, amasé una buena cantidad de centavos “ganados”; tal vez no era mucho, pero creo que a mí me bastaba. Para cuando decidí regresar a mi dulce hogar, las cosas habían cambiado: mi familia se había extinguido, siendo Yo el último que quedaba. La verdad es que no me importó mucho.
No les guardaba mucho afecto.
Entonces resolví...
Regístrate para leer el documento completo.