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El período histórico que estudiamos en esta obra comenzó con una crisis de histeria internacional entre los gobernantes europeos y entre las aterrorizadasclases medias, provocada por el efímero episodio de la Comuna de Paris en 1871, cuya supresión fue seguida de masacres de parisinos que habrían parecido inconcebibles en los estados civilizadosdecimonónicos y que resultan impresionantes incluso según los parámetros actuales, cuando nuestras costumbres son mucho más salvajes. Este episodio breve y brutal –y poco habitual para la época- quedesencadeno un terror ciego en el sector respetable de la sociedad, reflejaba un problema fundamental de la política de la sociedad burguesa: el de su democratización.
Los intereses de los pobres y de losricos, de los privilegiados y de los desheredados no son los mismos. Este era el dilema fundamental del liberalismo del siglo XIX que propugnaba la existencia de constituciones y de asambleassoberanas elegidas, que, sin embargo, luego trataba por todos los medios de esquivar actuando de forma antidemocrática, es decir, excluyendo del derecho de votar y de ser elegido a la mayor parte de losciudadanos varones y a la totalidad de las mujeres. Hasta el período objeto de estudio en esta obra, su fundamento inquebrantable era la distinción entre lo que la mente lógica de los franceses habíacalificado en la época de Luis Felipe como el “país legal” y “el país real”. El orden social comenzó a verse amenazado desde el momento en que “el país real” comenzó a penetrar en el reducto políticodel país “legal” o “político”, defendido por fortificaciones consistentes en existentes de propiedad y educación para ejercer el derecho de voto y, en la mayor parte de los países, por el privilegioaristocrático generalizado, como las cámaras hereditarias de notables.
Pese a todo, lo cierto es que a partir de 1870 se hizo cada vez más evidente que la democratización de la vida política de los...
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