yeah

Descriptivo
Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Nospido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Todos, una y otra vez, nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la convicción de queúnicamente los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición humana.
A medida de que nos relacionamos de manera abstractamás nos alejamos del corazón de las cosas y una indiferencia metafísica se adueña de nosotros mientas toman poder entidades sin sangre ni nombres propios.Las palabras de la mesa, incluso las discusiones o los enojos, parecen ya remplazadas por la televisión. Muchas veces me ha sorprendido como vemos mejor lospaisajes en las películas que en la realidad. Lo paradójico es que a través de esa pantalla parecemos estar conectados con el mundo entero, cuando en verdad nosarranca la posibilidad de convivir humanamente, y lo que en tan grave como esto, nos predispone a la abulia. Las personas buscan amarse a través de un monitor.Por no hablar de esas mascotas artificiales, que se les cuida como si vivieran, porque tienen “sentimientos” y hay que hablarles. ¡Qué basura y qué trágicopensar que ésa es la manera que tienen muchas personas de expresar su afecto!
Hay tarde en que caminamos cuadras y cuadras antes de encontrar un lugar dondetomar un café en paz. Y no es que finalmente encontremos un lugar silencioso, sino que nos resignamos a pedir que, por favor, apaguen el televisor.