Yerma
Federico García Lorca
VIEJA: ¡Tú! (Yerma está abatida y no habla) Dime, ¿para qué has venido?
YERMA: No sé.
VIEJA: ¿No te convences? ¿Y tu esposo?
(Yerma da muestra de cansancio y de persona a la que una idea fija le quiebre la cabeza)
YERMA: Ahí está.
VIEJA: ¿Qué hace?
YERMA: Bebe. (Pausa. Llevándose las manos a la frente) ¡Ay!
VIEJA: ¡Ay, ay! Menos ¡ay! Y más alma. Antes no hepodido decirte nada, pero ahora sí.
YERMA: ¡Y qué me vas a decir que ya no sepa!
VIEJA: Lo que ya no se puede callar. Lo que está puesto encima del tejado. La culpa es de tu marido. ¿Lo oyes? Me dejaría cortar las manos. Ni su padre, ni su abuelo, ni su bisabuelo se portaron como hombres de casta. Para tener un hijo ha sido necesario que se junten el cielo con la tierra. Están hechos con saliva.En cambio, tu gente no. Tienes hermanos y primos a cien leguas a la redonda. Mira qué maldición ha venido a caer sobre tu hermosura.
YERMA: Una maldición. Un charco de veneno sobre las espigas.
VIEJA: Pero tú tienes pies para marcharte de tu casa.
YERMA: ¿Para marcharme?
VIEJA: Cuando te vi en la romería me dio un vuelco el corazón. Aquí vienen las mujeres a conocer hombres nuevos. Y el Santohace el milagro. Mi hijo está sentado detrás de la ermita esperándote. Mi casa necesita una mujer. Vete con él y viviremos los tres juntos. Mi hijo sí es de sangre. Como yo. Si entras en mi casa, todavía queda olor de cunas. La ceniza de tu colcha se te volverá pan y sal para las crías. Anda. No te importe la gente. Y, en cuanto a tu marido, hay en mi casa entrañas y herramientas para que no crucesiquiera la calle.
YERMA. ¡Calla, calla, si no es eso! Nunca lo haría. Yo no puedo ir a buscar. ¿Te figuras que puedo conocer otro hombre? ¿Dónde pones mi honra? El agua no se puede volver atrás, ni la luna llena sale a mediodía. Vete. Por el camino que voy seguiré. ¿Has pensado en serio que yo me pueda doblar a otro hombre? ¿Que yo vaya a pedirle lo que es mío como una esclava? Conóceme, paraque nunca me hables más. Yo no busco.
VIEJA. Cuando se tiene sed, se agradece el agua.
YERMA. Yo soy como un campo seco donde caben arando mil pares de bueyes, y lo que tú me das es un pequeño vaso de agua de pozo. Lo mío es dolor que ya no está en las carnes.
VIEJA. (Fuerte.) Pues sigue así. Por tu gusto es. Como los cardos del secano. Pinchosa, marchita.
YERMA. (Fuerte.) Marchitasí, ¡ya lo sé! ¡Marchita! No es preciso que me lo refriegues por la boca. No vengas a solazarte, como los niños pequeños en la agonía de un animalito. Desde que me casé estoy dándole vueltas a esta palabra, pero es la primera vez que la oigo, la primera vez que me la dicen en la cara. La primera vez que veo que es verdad.
VIEJA. No me das ninguna lástima, ninguna. Yo buscaré otra mujer para mihijo.
(Se va. Se oye un gran coro lejano cantado por los romeros. Yerma se dirige hacia el carro y aparece por detrás del mismo su marido.)
YERMA. ¿Estabas ahí?
JUAN. Estaba.
YERMA. ¿Acechando?
JUAN Acechando.
YERMA. ¿Y has oído?
JUAN. Sí.
YERMA ¿Y qué? Déjame y vete a los cantos. (Se sienta en las mantas)
JUAN También es hora de que yo hable.
YERMA ¡Habla!
JUAN. Yque me queje.
YERMA. ¿Con qué motivo?
JUAN. Que tengo el amargor en la garganta.
YERMA Y yo en los huesos.
JUAN. Ha llegado el último minuto de resistir este continuo lamento por cosas oscuras, fuera de la vida, por cosas que están en el aire.
YERMA. (Con asombro dramático.) ¿Fuera de la vida dices? ¿En el aire dices?
JUAN. Por cosas que no han pasado y ni tú ni yo dirigimos.YERMA. (Violenta.) ¡Sigue! ¡Sigue!
JUAN. Por cosas que a mí no me importan. ¿Lo oyes? Que a mi no me importan. Ya es necesario que te lo diga. A mí me importa lo que tengo entre las manos. Lo que veo por mis ojos.
YERMA. (Incorporándose de rodillas, desesperada.) Así, así. Eso es lo que yo quería oír de tus labios. No se siente la verdad cuando está dentro de una misma, pero ¡qué grande y...
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