Yo no consumo nada prohibido
Yo no consumo
nada prohibido
por Jorge Hernández Tinajero
E
mpecemos por la mañana, cuando cuesta trabajo despertar. Además de las lagañas y de la tibiezade la cama, difícil de abandonar para
cualquiera, aún persisten en el organismo los últimos efectos de la pastilla para dormir (no hay de qué escandalizarse, es natural). Estas
píldoras salvan más omenos la noche, pero son difíciles de olvidar por la mañana, y por eso es imperioso utilizar algo que contrarreste la
modorra.
Circular con los despiertos requiere de voluntad y de algunoscombustibles más. Ante tan dura evidencia, con gran esfuerzo hay que
arrastrarse hasta la cocina en busca del primer café del día, pero de inmediato se enciende una primera señal de alarma. El bote estávacío y los
despojos recalentados del café son por completo inaceptables. ¿Será el augurio de un día desastroso? ¿Convendrá guarecerse en casa sin más? ¿Es
ésta una señal funesta? No. De ningunamanera. El hombre optimista debe proseguir.
Después de hurgar por todos los rincones, no sin cierta desesperación, viene el hallazgo (alguien, en algún lugar, asegura que todo es cosa
de paciencia, quedonde hubo droga... habrá), y como lo demuestran siempre las buenas maneras, la perseverancia obtiene una justa recompensa de
té negro, justo el declarado unos días antes como extraviado. Infusiónrenovadora de teína, con cafeína adicional, alerta hasta el más dormido. Como la
nube de leche se considera desayuno, el té se acompaña del tabaco que inaugura oficialmente el día y con el que elúltimo vestigio del sueño se
esfuma. La primera bocanada, profunda y larga, anuncia como chimenea de tren el retorno material al mundo de los vivos. El equilibrio funcional se
establece realmente porprimera vez, pero pronto es necesario modificarlo a fuerza del tafilazo, ansiolítico que elimina toda sensación de angustia y que
resulta especialmente útil para las presentaciones profesionales, tan...
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