yo no se
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Publicado: 10 de abril de 2013
cerro de pacande
A las 6:30 de la mañana golpeamos con el candado la puerta metálica. El llamado resuena alrededor, pero nadie sale aún a recibirnos. Solo una vecina que fisgonea nos llama la atención. "No toquen la alambrada, porque tiene electricidad", nos advierte.
Desde este lado, la casa a la vera de lacarretera que lleva de Espinal a Neiva se ve como una sencilla construcción de ladrillo y baldosa y techo de cinc, con un amplio corredor rodeado de buganvillas y novios. Afuera hay un quiosco que apenas se sostiene en pie y en el que se venden las galguerías típicas de los pueblos. Al lado de la puerta se lee una sencilla inscripción en madera: "Los guardianes del Pacandé".
Llegamos hasta acá,el penúltimo domingo de octubre. La noche anterior, en Natagaima, nos hablaron del hermano Lisandro. Hasta ese pueblo viajamos en busca del célebre cerro de Pacandé, interesados en conocer qué había pasado con aquel paisaje que inspiró a Jorge Villamil para componer uno de los bambucos emblemas del folclor nacional. Aunque la canción del maestro es conocida por todos en la región, poco se escuchaya. Aquello de que "yo aprendí en el ritmo de los sanjuaneros/ toda la alegría del pueblo que quiero" no parece ser cierto ahora. En la plaza del pueblo dos orquestas, contratadas por políticos en campaña, nos aturden con chucuchucu y vallenato. Casi nadie se atreve a bailar.
En medio de la bullaranga conocí a Daniel Ortega. Obviamente, no el sandinista, sino un campesino flacucho y moreno, deojos chispeantes, que aclara, antes que nada, que guerra, lo que se dice guerra, no ha habido en Pacandé nunca. Según él, la única muerte que se le puede endilgar al cerro es la de Juan Vaquero. "Era un hombre muy rico, dueño de todo esto, incluido el cerro. Pero era ateo, bebedor y mujeriego, y en una Semana Santa corrió detrás de un toro por el Pacandé y despareció para siempre", dice, y asegurasin asomo de duda que de vez en cuando se escuchan sus gemidos por la región.
No es la única cosa increíble que nos cuenta: Ortega dice que en Pacandé hubo cinco quebradas de agua salada que se secaron y que, desde lo más alto del cerro, se podía ver el mar. Imposible no preguntarle por la canción, y nos cuenta que los chaparrales de los que habla Villamil son unos árboles con hojas grandes yásperas que se usaban para lavar la ollas, "como las esponjillas Sabra". Fue él quien nos recomendó que, para descubrir a plenitud la realidad del lugar, nos reuniéramos con Lisandro, "el jefe de los Hermanos Encostalados".
Los Hermanos Encostalados son toda una leyenda en la región. En 1958, el hermano Nicolás, que vivía en Líbano, Tolima, y que había cultivado fama de curandero, se dio cuentade que Pacandé era el sitio más adecuado para fundar su secta, la del Sendero de los Maestros, y no precisamente por los parajes arrebolados que pinta la canción. Por años, el más azul de todos "los cerros en la lejanía" fue el lugar de peregrinación de la Iglesia católica. Como un monte de Los Olivos criollo. Durante los sesenta, en las sabanas y cordilleras que rodean el Pacandé, las Farc...
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