Yo Queme A Hitler
YO QUEMÉ A HITLER
Por Erich Kempka
Título original: ICH HABE ADOLF HITLER VERBRANNTINDICE
Prólogo de la edición española
Prólogo del editor alemán
Declaración jurada
Al servicio de Adolfo Hitler
Trece años a las órdenes de Hitler
En el Berghof
El Profesor Doctor Theo Morell
Martin Bormannn
Tiempos difíciles
En el refugio de la Cancillería
Vísperasde tragedia
La muerte de Adolfo Hitler
La última salida de Martín Bormannn Huyendo de Berlín
Colofón
APÉNDICES:
Texto traducido del original alemán del testamento de Adolfo Hitler.
Índice de personalidades
PROLOGO DE LA EDICION ESPAÑOLA
Erich Kempka, el hombre que durante trece años cargados dehistoria manejó el volante del coche personal de Hitler, es un testigo realmente excepcional. Es también uno de los contados supervivientes del acto final de la tragedia del III Reich y asistió a la representación del mismo entre las ruinas humeantes de la Nueva Cancillería. Allí presenció, muy de cerca, y casi íntegramente, el fin de Hitler, es decir, un episodio que ya es puro recuerdo histórico y alque, sea cual sea el juicio que en definitiva puedan merecer sus protagonistas, no cabe negar un contenido de dramática grandeza.
Si bien se mira, Hitler no podía caer vivo en manos de sus enemigos. En una ocasión, Mussolini dijo que él no estaba dispuesto a permitir que se le exhibiese dentro de una jaula, a dólar la entrada. Hitler pensaba lo mismo y obró en consecuencia, recordando sinduda que uno de los espectáculos más miserables que nos ofrece la Historia es el de Napoleón recluido en Santa Helena y sometido a las mezquindades rencorosas del mediocre Hudson Lowe.
Como católicos, tenemos que condenar el suicidio y lo hacemos sin reservas. No obstante, hay que confesar que la muerte de Adolfo Hitler, entre los escombros del imperio por él creado, remata la tragedia dela Gran Alemania dentro de una línea del más depurado y riguroso clasicismo. Una tragedia que, por lo demás, se ajustó estrictamente a los cánones dramáticos, puesto que hubo en ella un héroe, una culpa y una catástrofe expiatoria.
Pero, pese a su tema, el libro de Kempka carece de toda pretensión épica. Es lo que debe ser, de acuerdo con la personalidad de su autor – el libro de un hombresencillo - que, por azar más que por la fuerza de su voluntad, participó en grandes acontecimientos, supo observarlos serenamente y, llegado el caso, estuvo a la altura de los mismos en actitud tan sobria como viril.
Hijo de un minero, y mecánico él mismo de profesión, Kempka aparece en su libro como un testigo sin grandes complicaciones intelectuales y no trata de hacer literatura en ningúnmomento. Cuenta lo que vio dentro de su papel subalterno y las páginas por él escritas rebosan sencillez, y veracidad. Pero también late en ellas una de las más altas virtudes humanas: la lealtad. No intenta enjuiciar los actos del que fue su jefe y amigo ni toma posición ante lo que no ha visto. Rinde tributo al hombre, pero se abstiene de juzgar la figura histórica, pues, con una modestia quemás de uno podría aprender de él, sabe que no es él el más indicado para hacerlo. Sabe, y si no lo sabe lo intuye, que los juicios de este calibre corresponden a la Historia; y ésta no los establece hasta que ha crecido la hierba sobre todos los actores y, después, procede haciendo sentar en el mismo banquillo a los «malos» y a los «buenos», a los vencidos y a los vencedores de la circunstancia...
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