Yo se, yo creo

YO SÉ, YO CREO, CREEMOS.
Teología para católicos de hoy
(Apuntes de clase para uso de los estudiantes de la Universidad Panamericana)

PRÓLOGO
Para fortuna mía, a lo largo de un buen número de años he tenido por delante la
apasionante tarea de enseñar teología a gente joven. La experiencia ha resultado
siempre muy reconfortante. Trabajar con un público así siempre es una grataexperiencia.
Hace poco leía las declaraciones de un experto que afirmaba que el miedo –un
fenómeno muy frecuente en nuestros días- es algo que se contagia muy fácilmente por
el sólo hecho de estar cerca de personas afectadas por el catastrofismo. Bien, pues yo
puedo decir que el trato con jóvenes me contagia no de miedo, sino de todo lo
contrario: de la alegría de vivir y de audacia ante los retos quetendrán que enfrentar.
Mi interés por la teología se remonta precisamente a mis años de juventud, cuando
me empezaba a preguntar seriamente por el sentido de la vida. Por lo mismo, mi
experiencia docente me ha ido llevando a poner un esfuerzo especial en presentar a
mis alumnos el esplendor de las verdades eternas en conexión con la sustancia misma
del vivir humano, cuestión que siempre captael interés de los hombres y mujeres que
pueblan este planeta.
La experiencia docente acumulada a lo largo de los años me ofrece un panorama
amplio de cuáles son las cuestiones que resultan de mayor interés a los jóvenes de
nuestros días. Sobre éstas me detengo especialmente en el texto que presento a
continuación.

I.

A DIOS POR MEDIO DE LA RAZÓN.

Dos escenas de contenidoprofundamente humano nos ponen en condiciones de tocar
en lo vivo del corazón humano. En la primera podemos ver a una madre de familia
que contempla a su hijo, recién nacido. Toda una novela rosa entrecruza su
imaginación, al tiempo que se pregunta: ¿qué irá a ser de este hijo mío? ¿qué
profesión tendrá? ¿será dichoso? En la otra podemos imaginar a ese hijo que asiste a
los últimos momentos de la vida desu mamá. Es ahora él quien se pregunta: ¿qué le
esperará a este ser tan querido, a quien tanto debo? ¿se le va a retribuir tanto servicio
desinteresado hacia mí y a toda la familia? La entrada y la salida de este mundo nos
ponen delante los grandes cuestionamientos de la vida humana.

Con una constante en la literatura, la filosofía, la ciencia, el arte, la psicología, el cine
… aparece lapregunta sobre la trascendencia del hombre. En todos estos ámbitos de
reflexión se busca angustiosamente una respuesta. Y no se pretende encontrar la
solución a un problema parcial, sino la respuesta global a un asunto de fondo: ¿Es
esta tierra el único horizonte de la vida humana? ¿Vale la pena vivir, trabajar, amar,
morir...? ¿Qué es el vivir humano en definitiva?
La pregunta a propósitode un destino eterno desemboca en cuestiones tan acuciantes
como éstas: ¿Existe o no existe Dios? ¿Interviene en nuestras vidas o se desentiende
por completo de las mismas? ¿Es o no Jesucristo Aquel en el que Dios se ha
revelado? ¿Está o no está Jesucristo viviente y cercano a nosotros en la Iglesia? En
estas preguntas fundamentales tenemos planteado el reto principal al que se enfrenta
elhombre de nuestros días. En un mundo como el nuestro, en el que Dios está
ausente en las manifestaciones de la cultura contemporánea, estas preguntas
adquieren dimensiones especialmente grandes. ¿Dónde está la esperanza en una
civilización que parece esperarlo todo del avance de la ciencia y la técnica?
¿Somos algo así como una luz de bengala que se enciende, ilumina unos instantes
paradesaparecer de inmediato? Hacer estos planteamientos nos impulsa a abordar la
cuestión decisiva de la vida. Todos los demás problemas humanos -económicos,
científicos, técnicos- tienen un gran peso y a veces adquieren dimensiones trágicas,
pero ninguno resulta equiparable a éste: ¿Somos observados y queridos por un Dios
providente? ¿Es esto así, o no?. Y es que por acuciantes que resulten las...