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A su vez, losindicadores que elegimos utilizar para esa valoración pueden incidir de manera significativa en la profundidad de nuestro análisis. Este hecho se observa con claridad a lo largo de las dos o tres últimasdécadas, cuando la mayor parte de la documentación emitida por organismos internacionales especializados en salud, alimentación, educación, seguridad social, vivienda, trabajo, etc, vienen aferrándose auna concepción economicista de la pobreza social. ”Pobre es quien no tiene dinero”, afirman, y en consecuencia la pobreza social se refleja en la falta de oportunidades de acceso al consumo de bienesmateriales o servicios (léase: falta de dinero para hacerlo).
Semejante reducción del concepto pobreza social ha permitido que el análisis quede circunscrito a realizar simples medicionescuantitativas sobre la evolución de ciertos índices, sin que exista demasiado interés en pasar a considerar las causas que determinan o agravan la pobreza social; por ejemplo: ¿Qué lleva a una persona a tenerque vivir con menos de un dólar diario? o ¿Es justo que, en una sociedad que se proclama democrática, solidaria y con iguales derechos, tal cosa suceda en sectores cada vez más amplios de la población,cuando las mayores sospechas sobre sus causas recaen sobre el propio modelo de desarrollo adoptado?
Bajo el imperio del actual modelo de desarrollo económicosocial, las publicaciones a las que hemoshecho referencia, cuando aluden a temas relacionados con la pobreza social e injusticia social, los tratan como dos hechos independientes entre sí, no obstante reconocerse que puedan coexistir en...
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