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EN CUANTO PASE EL INVIERNO CICATRIZARÉ.

Nevaba en Winchester. Nevaba en nuestra Inglaterra, y se formaban finas capas de hielo por los tejados. La risa escapaba por los poros de Edwin mientrasjugaba conmigo en el hueco de aquel viejo árbol, ese que aún siendo tan pequeño tenía protegidos los recuerdos más infantiles y nuestros secretos mejor guardados. Aquél, iba a ser el último inviernode mi hermano, pero él no lo sabía, nadie lo sabía.
Aquella semana Edwin enfermó. Los médicos dijeron

Mi hermano recaía sobre mis muslos, muriendo. Su expresión dolorida me quemaba por dentro yme encogía el corazón. Edwin lloraba. Lloraba por incomprensión, por no poder superar esa enfermedad que consumía sus fuerzas. Su piel ya no era como antes, era más pálida y las venas resaltaban a lavista. Sus ojos grisáceos se perdían en la nada. Sus párpados recaían hasta decirme adiós, sin despedida. No pude hacer nada; ni tan siquiera un beso de buenas noches. El de cada noche. Cuando ves elsufrimiento de otras personas es cuando te das cuenta de que realmente no van a poder disfrutar de lo que hasta ahora tenían, te hace ver las cosas grandiosas que te rodean.

Añoro revolver susrizos, echo de menos odiarle a rabiar y replicarle que desentona cuando canta. Lo que no supo, y nunca le dije, es que su nariz se movía cuando sonreía y sus pecas le bailaban cuando me contaba mentiras.Ahora sé que el mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas.





La yema de un dedo
se posa rosa
sobre mí
y crujiente la piel seme rompe
como una tostada fina,
con migajas carbón que se cuelan
entre las negras costillas,
gratinados los pulmones,
en el vacío crepitan.

No hay estómago,
no hay riñones,
sólo un bosque deceniza.

Que sí, que sí, que ahora me quemas mucho,
que con tu quimio malvada
me tienes achicharrada,
carbonizándome el pecho,
hirviéndome la saliva,
derritiéndome los huesos,
flambeándome...