Zafaronni

Ciudadanía y jurisdicción en América Latina
E. Raúl Zaffaroni I. Introducción
1. Ante todo debo agradecer el honor de esta invitación y disculparme por exponer sobre un tema de teoría política y derecho constitucional ante un auditorio especializado, cuando mi formación no corresponde básicamente al derecho constitucional. Asumo la responsabilidad sólo con la esperanza de que la visión dealguien que proviene de otra rama jurídica pueda aportar alguna idea que quizá escape al especialista, dado que es inevitable que cuanto más nos entrenamos para conocer mejor un objeto, al mismo tiempo e inevitablemente aprendemos a no percibir otros. Ciño el tema a la ciudadanía en América Latina y al aporte que la jurisdicción pueda hacer a su fortalecimiento y ampliación. No me detendré enprecisiones sobre la idea de ciudadanía, cuya sola discusión agotaría el tiempo disponible, sino que opto para ello por un puro sentido funcional y amplio para el objeto de la exposición. En este entendimiento, concibo que el atributo de la ciudadanía es el que corresponde a (a) un ser humano –o sea, persona- que (b) goza a los derechos humanos consagrados por el derecho internacional, (c) está encondiciones de participar en la vida política, social, económica y cultural de una sociedad, (d) amparado para ello por el orden jurídico de un estado. 2. La ciudadanía en la forma en que la conceptuamos para nuestros efectos no se satisface con los requerimientos formales. El puro hecho de que una persona se halle habilitada por un documento para elegir periódicamente autoridades, es sin duda unrequisito elemental de la ciudadanía en nuestra tradición democrática, pero en modo alguno es suficiente. Si bien se ha destacado esta insuficiencia distinguiendo entre ciudadanía formal y real, no creemos que esta clasificación pase de ser un ejercicio docente, pero conceptualmente no nos parece justificada, pues directamente creemos que quien no goza de los otros derechos elementales que le permitendisponer de un espacio social, no goza de la ciudadanía. Se trata de un ciudadano sin ciudadanía. La ciudadanía importa también deberes y, sobre todo, el de respetar el ajeno derecho a la ciudadanía; desde la famosa nota de Rousseau sabemos que a quien no tiene ningún espacio social mínimo difícilmente puede exigírsele el cumplimiento de obligaciones que nada le garantizan. Sin ese requisito no hayciudadanos, sólo personas que quizá luchen con legitimidad reclamando el espacio mínimo que les es negado.

1

3. La ciudadanía entre nosotros tiene su historia, su particular modo de surgir y de desarrollarse. No es menester caer en la apología de Savigny ni en ningún romanticismo historicista, para afirmar que el derecho no puede desprenderse de su gestación ni de las tradiciones en que sefue formando. Menos aún lo puede hacer la cultura política de un pueblo, que es algo vivo y en constante dinámica. Por ende, el derecho en general y el político y constitucional en particular, deben evaluarse teniendo en cuenta esa dinámica histórica, a cuya luz podemos explicar fenómenos sociales con reflejo jurídico, que de otro modo resultan incomprensibles. La cultura jurídica es parte de lacultura general de un pueblo y, por ende, no puede prescindir de la naturaleza histórica de ésta. Los juristas estamos habituados a razonar –y a criticar- conforme a una lógica bastante geométrica, como si las instituciones debieran nacer y desarrollarse según esos criterios, pese a que en la realidad ninguna institución se gestó de esa manera. Las instituciones no nacen perfectas ni se desarrollanconforme a la lógica lineal, sino que lo hacen según avatares políticos históricamente condicionados. Basta pensar cómo surgieron y evolucionaron la república norteamericana, la democracia inglesa, la república francesa, para constatar esta aseveración elemental. En todos esos casos, con tanta frecuencia citados por la doctrina y la jurisprudencia, la ciudadanía no se estableció y se extendió de...