Zapatos de cocodrilo

Q

erida Paty Lugo, me gustaría mostrarle todo lo que he vivido a lo largo de mi vida.

Primero que nada mi nombre es María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena. Hija del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Francisco I, gran duque de Toscana, y de de mi madre María Teresa I, archiduquesa de Austria, reina de Hungría y reina de Bohemia, nací el día 2 de noviembre de 1755.
Pasé miinfancia entre los palacios de Hofburg y Schönbrunn, en Viena.
Mi madre, La Emperatriz se esforzó par que yo me casara con el mayor de los nietos del rey Luis XV,el Delfín (Dauphin en francés) Luis Augusto y futuro Luis XVI, que tenía, más o menos, la misma edad que yo.
Al mismo tiempo María Teresa I, mi madre tuvo la idea de unir a otra de sus hijas, Isabel, con el viejo Luís XV. Se trató desellar la alianza franco-austríaca nacida de la famosa «caída de las alianzas» concretada en 1756 por el tratado de Versalles, con el fin de neutralizar la ascensión de Prusia y la expansión de Inglaterra.
Cuando yo tenía 13 años, mi mamá, vieja dama y viuda, se interesaba más por mi educación con el fin de que me casara. Yo tomé lecciones de clave con Gluck y de baile (francés) con Noverre.
El13 de junio de 1769, el marqués de Durfort, embajador de Francia en Viena, realizó la petición de mano para el Delfín. Mi mamá aceptó de inmediato. En Francia el partido devoto, hostil por la caída de las alianzas llevada a cabo por el duque de Choiseul en favor del enemigo sempiterno. Me llamaron"la Austríaca", sobrenombre que me pusieron las hijas del rey Luis XV.
El 17 de abril de 1770,renuncie, oficialmente, a mis derechos sobre el trono archiducal austríaco y el 16 de mayo me case con el Delfín en Versalles. El mismo día de la boda se produjo un escándalo de protocolo: las princesas de Lorena, alegaron su parentesco con la nueva Delfina, se les permitió bailar antes que las duquesas, grandes damas de la nobleza, que murmuraba ya contra "la Austríaca", por la tarde 132 personasmueren asfixiadas en la calle, en medio del regocijo público.
Yo, joven, bella, inteligente, heredera de Habsburgo y con un árbol genealógico impresionante, mi llegada avivó también los celos del pequeño mundo de la nobleza versallesca y de las múltiples y dudosas alianzas; pero yo, la Delfina, tenía miedo de acostumbrarme a mi nueva vida. Mi espíritu se pliega mal a la complejidad y a la astucia dela "vieja corte" y al libertinaje del rey Luis XV y de su amante Madame du Barry. Mi marido me evitó (es vergonzoso admitir que mi matrimonio no se consumó hasta julio de 1773, tres años después de casarnos), yo trataba de amoldarme al protocolo y a la ceremonia francesa y aborrezí tener mi corte.
El 10 de mayo de 1774, Luis XVI y yo nos convertimos en los reyes de Francia y de Navarra, peronuestro comportamiento no cambio mucho. Desde el verano de 1777 las primeras canciones hostiles como pequeña reina de veinte años empiezan a circular. Yo me rodee de una pequeña corte (la princesa de Lamballe, el barón de Besenval, el duque de Coigny, la condesa de Polignac) suscitando las envidias de otros cortesanos, multiplique mi vestuario y las fiestas, organicé partidas de cartas en las que serealizan grandes apuestas.
Yo intento influir en la política del Rey nombrando y destituyo ministros caprichosamente o sigo los consejos interesados de mis amigos. Me inmiscuí en el caso Guines (embajador en Londres, acusado de una conspiración para llevar a Francia a la guerra), que provocó la caída en desgracia de Turgot. El barón Pichler, secretario de mi madre, resume con mucho tacto laopinión general y escribe:
Ella no quiere ser gobernada, ni dirigida, ni siquiera guiada por las personas entendidas. Esta es la cuestión hacia la cual todos sus pensamientos parecen, hasta el presente, estar concentrados. Fuera de esto, no reflexiona demasiado, y el uso que ha hecho, hasta el momento, de su independencia es evidente, pues sólo se ha preocupado de la diversión y la frivolidad.
Una...