Zelazny Roger A3 El Signo Del Unicornio

Páginas: 227 (56596 palabras) Publicado: 29 de marzo de 2015
EL SIGNO DEL
UNICORNIO

Serie Ambar/3

Roger Zelazny

Título original: Sign of the Unicorn
Traducción: Elías Sarhan
© 1975 by Roger Zelazny
© 1988 Miraguano, S. A. Ediciones.
I.S.B.N.: 84-7813-013-6
Edición digital de Elfowar
Revisión de Umbriel.
R6 08/02

I
Ignoré las preguntas que había en los ojos del mozo de cuadras mientras bajaba el
espantoso paquete y le dejaba mi caballo para que locepillara y alimentara. Mi capa no
podía ocultar del todo la naturaleza de su contenido mientras me lo echaba por encima
del hombro, dirigiéndome hacia la entrada posterior del palacio. El infierno pronto exigiría
su paga.
Rodeé el área de ejercicios y me encaminé hacia el sendero que conducía hasta el
extremo sur de los jardines de palacio. Había menos ojos por esa ruta. Me verían, pero
resultaríamucho menos extraño que ir por la entrada principal, donde siempre hay
demasiada gente. Maldición.
De nuevo, maldición. Me encontraba en posesión de un amplio espectro de problemas;
y algunos parecían agrandarse. Supongo que era una especie de forma espiritual de
interés compuesto.
Había unos pocos paseantes al lado de la fuente, en el extremo del jardín. También
pasaba una pareja de guardias entrelos arbustos cerca del sendero. Los guardias me
vieron aproximarme, mantuvieron una breve discusión, y miraron hacia otro lado. Eran
prudentes.
Después de una semana tenía todos los problemas pendientes de resolución y la corte
de Ámbar llena de sospechas y desconcierto. Y, en ese momento, surgía algo que aún
hacía más peligroso e infeliz el prerreinado de Corwin I... yo.
Era hora de que hicieralo que ya tendría que haber realizado. Pero, desde el principio,
hubo tantas cosas que hacer... Tal como lo veía, nunca llegué a estar inactivo. Me había
asignado prioridades que comencé a cumplir. Aunque en ese momento...
Atravesé el jardín, dejando las sombras y entrando en los oblicuos rayos del sol. Subí
por la ancha y curva escalera. Un guardia se puso firme cuando entré en el palacio. Medirigí hacia la escalera de atrás; luego, hasta el segundo piso. Luego al tercero.
Desde la derecha, mi hermano Random salió de su aposento al pasillo.
—¡Corwin! —dijo, estudiando mi cara—. ¿Qué ocurre? Te vi desde el balcón y...
—Dentro —respondí, señalando con mis ojos—. Vamos a tener una conferencia
privada. Ahora.
Dudó, observando el bulto que llevaba.
—Celebrémosla dos habitaciones más allá—comentó—. Vialle está aquí.
—De acuerdo.
Fue delante y abrió una puerta. Entré en la pequeña sala de estar, busqué un sitio
adecuado y dejé caer el cuerpo.
Random miró el fardo.
—¿Qué se supone que debo hacer? —preguntó.
—Desenvolver el paquete —le contesté—, y echarle un vistazo.
Se arrodilló y desenrolló la capa. Luego volvió a colocarla como estaba.
—De acuerdo, está completamente muerto —observó—.¿Cuál es el problema?
—No has mirado lo suficientemente cerca —le dije—. Levántale un párpado. Ábrele la
boca y mira los dientes. Toca los espolones en el dorso de la mano. Cuenta las
articulaciones de los dedos. Luego me explicas el problema.
Comenzó a hacerlo. Tan pronto como miró las manos, se detuvo y asintió.
—De acuerdo —dijo—. Recuerdo.
—Recuerda en voz alta.
—Ocurrió en la casa de Flora...—Allí fue donde yo vi por primera vez a alguien parecido —interrumpí—. Aunque iban
detrás tuyo. Nunca averigüé por qué.

—Correcto —dijo—. Nunca tuve la oportunidad de contártelo. No llegamos a estar
juntos tanto tiempo. Es extraño... ¿de dónde surgió este?
Vacilé unos segundos, dudando en obligarle a contarme su historia o en contarle yo la
mía. Se impuso la mía, ya que me afectaba a mí y era másinmediata.
Suspiré, hundiéndome en una silla.
—Acabamos de perder a otro hermano —dije—. Caine está muerto. Llegué un poco
tarde. Esa cosa lo hizo. La quería coger viva, por razones obvias, pero opuso bastante
resistencia. No tuve mucha elección.
Silbó suavemente, sentándose en la silla que había frente a mí.
—Ya veo —dijo en voz baja.
Estudié su rostro. ¿Existía la más leve de las sonrisas...
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