ZIZIZIZIZI

Páginas: 6 (1445 palabras) Publicado: 2 de noviembre de 2014
Aquel olor a ceniza mojada (Antonio Muoz Molina) El escritor haba llegado a Nueva York con su familia diez das antes. Un septiembre tranquilo. Pero todo cambi en minutos. Lo ms irreal se hizo lo ms real. Recuerda aqu sus sensaciones. Sobre todo, el olor. No haba vuelos comerciales a la ciudad. No haba en ese momento nadie de la corresponsala del peridico. Elvira y yo habamos llegado con tres denuestros hijos a Nueva York diez das antes, con el propsito de que ella descansara del agosto laborioso que haba tenido en Espaa escribiendo una crnica diaria. Yo empezara a dar unas clases en la City University a principios de octubre. Septiembre sera el mes de vacaciones que no habamos tenido an ese ao, y como los hijos no haban estado nunca en la ciudad, nosotros nos convertiramos de nuevo enturistas para ensersela a ellos. Uno o dos das antes habamos bajado en metro a las Torres Gemelas. A ellos les hizo mucha sensacin que la estacin estuviera en el vestbulo de una de las torres, un gran espacio cncavo en el que resonaban siempre los pasos atareados de la gente, ejecutivos y turistas, repartidores de comida, empleados de las oficinas. ... Aquel da muy caluroso de septiembre de 2001 senos hizo tarde para subir al mirador o a los adultos nos pudo la desgana y aplazamos el ascenso para un poco despus. Al fin y al cabo tenamos un mes entero, y las torres estaran all, invariables, mucho ms atractivas para la mirada de lejos que de cerca, como estara el Empire State y la estatua de la Libertad, o como est en Roma el Coliseo o en Pars la torre Eiffel, a medias reales y a mediasespejismos tursticos, calderilla visual de postales y souvenirs, de recordatorios kitsch con bao de oro falso o lucecitas interiores. La imaginacin es fatalista se acostumbra enseguida a lo que ya ha sucedido ahora ya no sabemos recordar el estupor de que de un da para otro las dos torres no existieran, ni siquiera nosotros, que estbamos all, que tantas veces a lo largo de estos diez aos hemosrespondido a la pregunta, cmo era estar en Nueva York la maana del 11 de septiembre, salir a la calle, acercarse lo ms posible a la frontera que establecieron las vallas de la polica delimitando una parte de la ciudad que se volva del todo fantasmal en cuanto caa la noche, cuando en los controles solo le permitan el paso a quien llevara uniforme de polica o de bombero o a quien mostrara con un documentode identidad que viva o haba vivido en la zona. La escala verdadera del horror la esconda el secreto. No se poda pasar ms all de un cierto punto, y durante semanas el solar inmenso de escombros donde haban estado las torres permaneci tapado por altas pantallas de plstico o lona. No se vean fotos de heridos o de muertos. La pornografa visual a la que se entregaron algunos medios desalmados en Espaadespus del 11 de marzo de 2004 no se permiti en Nueva York. Tampoco la inmundicia de la gresca poltica a costa de las vctimas. De modo que de un da para otro ya no ramos turistas, sino enviados especiales del peridico, y tenamos que mandar crnicas veloces de lo que veamos, y al mismo tiempo adaptarnos a una incertidumbre demasiado absoluta como para que la haya preservado bien el recuerdo. Lamemoria hace trampa porque ahora sabemos lo que vino despus, igual que hace trampa para convertir en natural lo que era inaudito. Haba que fijarse en todo y haba que vencer el miedo a que continuaran sucediendo cosas atroces. Despus de que un avin colisionara contra una de las torres haba aparecido en el cielo un segundo avin que atraves la otra en una catstrofe de fuego. Cuando apenas nos adaptbamosa la imposibilidad de que una torre se hubiera derrumbado en unos segundos ya se estaba derrumbando la otra. Aviones militares atronaban el cielo volando muy bajo y proyectaban sus siluetas exactas sobre las calles y sobre las fachadas de los edificios. Pero cada nuevo avin poda ser otro emisario de catstrofe, lo mismo que cada largo alarido de sirena poda indicar un nuevo atentado. Estbamos en...
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