Zoncera n1 n2
Zoncera N° 2
"EL MAL QUE AQUEJA A LA ARGENTINA ES LA EXTENSIÓN"
Fue también Sarmiento quien enunció esta zoncera que está en el primer capítulo de
Facundo. Veremos, al considerarla, que ella estaba vigente, como la de Civilización y barbarie, antes
que Sarmiento le diera forma literaria, pues ya regía el pensamiento de directoriales y unitarios. Esque Sarmiento tenía más talento que los otros y supo sintetizar en "principios" el sistema mental de
los anteriores unitarios de los que lo separaban sólo estilos y modales, cosa que él mismo destacó
talentosamente en su descripción del unitario clásico. Difería de ellos, más que en el fondo, en eso
de ser a "la que te criaste", a pesar de doña Paula, que lo quiso sacar modosito, y de élmismo, en
cuanto se propuso —ya lo veremos— como niño modelo.
Recordemos en obsequio de esta zoncera que un rey de Francia se deshizo del Canadá
considerándolo un simple montón de nieve, y que los norteamericanos, que ahora se afanan por
asegurar su dominio en el Ártico, rechazaron humorísticamente por boca del Presidente Taft el
Polo Norte que les ofrecía su descubridor, Peary.No es un hecho excepcional que un país haya renunciado o negociado un territorio, pero
esa política ha estado siempre dictada por motivos circunstanciales. En ningún país ha regido
como principio que la extensión en sí se considere un mal: por el contrario, el principio ha sido el
inverso, pues el mal consiste en la falta de extensión.
Desde Alejandro hasta Hitler con su "anchluss",pasando por el Imperio Británico, la
España donde no se ponía el sol y el destino manifiesto de los norteamericanos, todos los países han
tendido a ampliar su espacio. Y no sólo los Imperios, pues los débiles siempre afirmaron su
irredentismo de lo perdido; así Italia con su Trento y Trieste, ahora los árabes con lo suyo y con lo
suyo los israelíes, los griegos en Chipre. Y volviendoa los Imperios los rusos comunistas —como
los rusos zaristas— con la Mongolia y la Manchuria, en su marcha hacia los estrechos y las
fronteras de la India, y los chinos con el Tibet..., y Andorra y San Marino con algunas casas de la
vecindad.
Sólo nosotros, los argentinos, hemos incorporado la idea del achicamiento como un bien
necesario en nuestra política territorial. Relacionadesto de que "el mal que aqueja a la Argentina es
la extensión" con lo de "la victoria no da derechos" o lo de "la libre navegación de los ríos" que
vendrá más adelante, y percibiréis toda una política cultural de indefensión, de incapacidad
intelectual para concebir la grandeza sobre la base de pueblo y territorio y sobre un concepto
tradicional de soberanía.
¡Oh, sí! Gastad enaviones, en tanques, en cohetes, en formaciones militares y navales, pero
al mismo tiempo sembrad estas zonceras y habréis comprobado la indefensión que se nos crea, la
incongruencia de toda política nacional cuando ésta reposa en la previa derrota sembrada en el
espíritu de los defensores, por la escuela, la universidad, el libro, las cátedras, la radio, la televisión
y los propiosinstitutos militares, navales y aeronáuticos, que comienzan por subestimar el propio
territorio.
Entonces comprenderéis que un Vicepresidente de la República, Julio A. Roca, haya dicho
que "la Argentina forma parte virtualmente del Imperio Británico", y que otro Presidente, el
General Aramburu, haya sostenido que el imperialismo no existe en la Argentina, en un mundo
conmocionado por lasfricciones recíprocas entre los imperios o de los imperios con los países
dependientes. ¿Cómo puede comprender las formas sutiles de la política moderna de derogación
de la soberanía quien profesa la grosera y elemental aceptación de la disminución de territorio y
pueblos por la aplicación sistemática y reiterada de esta zoncera?
De esta zoncera en adelante se le enseña al argentino...
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