A LEYENDA DE LA COCA
I
Cuando los pobres indígenas acampan en sus noches frías de viaje por el altiplano o la montaña, allí junto a sus cargas y cerca de sus asnos, se acurrucan sobre el duro suelo,forman un estrecho círculo y el más anciano o cariñoso saca su chuspa de coca y desanudándola lo deja en el centro del grupo, como la mejor ofrenda a disposición de su compañeros. Entonces, éstos,silenciosamente, toman pequeños puñados de la verde hoja y comienzan la concienzuda masticación. Horas y más horas hacen elacculli , extrayendo y tragando con cierta guía el amargo jugo.
Hojas de cocaCuando ya todos han comenzado la masticación, parece que el espíritu de esos parias se despertará bajo el silencio de la noche. Surgen las confidencias sobre las impresiones, esperanzas y amargurasque durante todo el día callaron mansamente bajo la hostil mirada de sus amos, los blancos.
Cierta vez que yo viajaba por el altiplano, me vi obligado a pasar la noche a la intemperie, junto a uno deesos grupos de indios viajeros. Aterido de frío por el crudo viento que soplaba el la desierta pampa, no pude conciliar el sueño. Fue entonces que en medio del insomnio oí referir esta leyenda.
Escuchad…
Era por el tiempo en que habían llegado a estas tierras los conquistadores blancos.
Las jornadas siguientes a la hecatombe de Cajamarca fueron crueles y sangrientas. Las ciudades fueron destruidas,los cultivos abandonados, los templos profanados e incendiados, los tesoros sagrados y reales arrebatados. Y, por todas partes en los llanos y en las montañas los desdichados indios fugitivos, sinhogar, llorando la muerte de sus padres, de sus hijos o de sus hermanos.
La raza, señora y dueña de tan feraces tierras yacía en la miseria, en el dolor. El inhumano conquistador, cubierto de hierro ylanzado rayos mortales de sus armas de fuego y cabalgando sobre briosos corceles, perseguían por las sendas y las apachetas a sus espantadas victimas.
Los indios indefensos, sin amaro alguno, en vano...
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