A veces


MEI



Epilogo.
La mañana se deslizaba lentamente entre vientos frescos, brisa… silencio.
La primera raya naranja coloreo el cielo comenzando con los 45 minutosdonde toda oscuridad se transforma, se absorbe y se monopoliza de colores cálidos, colores que atraviesan las ventanas y ventanales, los tragos de luz, aberturas… donde seadentran en todo, fulminan, dan vida… recrean.
El amanecer, como cualquier día rutinario, mostraba los inicios en calma de un nuevo principio y con este principio eh de continuar.Las cosas como siempre, van y vienen, se detienen o continúan, pulsan el botón de avanzar dentro de un nuevo inicio o incluso, a veces, lo arrastran a la línea final, nocomo derrota, como algo que termino fulminantemente con un final mísero, si no, dando estreno a una nueva escena dentro de un acto aun no escrito…Solo, siendo el día a día,dentro de una rutina, de un movimiento.
Como dicha rutina, ella dejo su cristalera abierta.
Ella, no podría recordarlo, pues cansada solo llega, se desnuda y duerme.
Se tiracual trapo sobre otros tantos, cierra los ojos y no recuerda más.
La cristalera se queda abierta.
Y, a veces, esta deja entrar a aquellos aires, aires con olor a petunias,a jazmines, a todo; impregnan aquella piel desnuda, empezando por las piernas esbeltas, pasando a los brazos y después, al cuello… y se mueve así, lentamente, por toda lahabitación.
Ella, se revuelve entre sábanas blancas, da giros sobre el suave colchón…
Sus pechos se amoldaban a la forma en como su cuerpo se acomodaba al dormir, su cabellorizado solo se hacía marañas sobre su pequeña cabecilla, y hacia unos tiernos sonidos al dormir, pequeños gemidos, gemidos que hacen los niños al dormir plácidamente.