El agua es el elemento prepon-derante entre todos los demás, porque suaviza el cielo, fecunda la tierra, se incorpora al aire con sus evaporaciones, sube a lo más alto y se apodera del cielo...- Decía Jerónimo mientras bañaba con una ternura infinita la cabecita del árbol Polifemo. -¡Qué cosa más admirable que las aguas que están en el cielo, y llevan consi¬go engendros de peces y caídas sobrela tierra son causa de todo ser que nace!- Dijo con las últimas gotas de la regadera.
-Podré visitar al niño cuando yo quiera, ¿verdad doctor Evans?-
-Cuando vos queras, Jerónimo-.
-¡Ah, y no me le pongan agroquímicos porque a él le hacen daño!-
Consuelo, doña Elvira y María se alejaron con los médicos y hablaron algo que no llegó ni a los oídos ni a la atención de Jerónimo. Él los veía moverlos labios pero no los escucha-ba. Evans levantó su brazo hacia el cuarto piso del hospital y algo señaló con el dedo. Abrazó a Consuelo y a la madre y desapareció por el pasillo del hospital.
Desde la ventana del salón de sesiones se veía el rincón del jardín donde un hombre en hábito pardo hablaba con un arbolito limonero a la caída de la tarde, "¿ves, Polifemo?", se le oía decirle mientrasapuntaba con el índice al crepúsculo, "aquellos son dragones, los anima¬les que más se parecen a los celajes...", el rin¬cón donde siguió pasando los días eternos sentado en el zacate, a veces en silencio, a ve¬ces en agitadas conversaciones con él; des¬pués se despedía besando las hojas de las me¬jillas y se iba a vagar sin propósito alguno por las calles. A veces se juntaba con los niños pero yaellos casi no lo buscaban: Jerónimo se había vuelto extraño desde que Polifemo era un árbol, casi no hablaba o hablaba solo cosas que nadie le podía entender, le había dado por andar hablando en latín por las aceras y haciendo ademanes con los brazos, tanto que la gente se quitaba de su paso con precaución. Tal vez dos meses después de la meta¬morfosis de Polifemo, Jerónimo llegó a su cuarto ya denoche, escribió algo en su cartón de siempre y salió al jardín, en todo ese tiem¬po no se había percatado de que el jardín ha¬bía sido aplanado y el cuartito de Polifemo de¬rribado para construir por fin el estaciona¬miento que tanta falta hacía en la pensión; el anticuario que el niño había sacado de quién sabe dónde fue comprado íntegro por una tienda de antigüedades. Jerónimo miró en to¬dasdirecciones y no reconoció el lugar, buscó el cuartito del niño y no lo halló, por ahí dor¬mía un tractor enorme y amenazante que él no se atrevió a despertar. Con una pata atada a un tubo de hierro, El Último Gallo de Ayer tam¬bién buscaba infructuosamente el jardín. Jeró¬nimo se desnudó despacio, se deshizo del há¬bito pardo y sintió el frío de la noche en todo su cuerpo, cavó un hoyo en la tierraaún sua¬ve por el paso del tractor, metió un pie en él y lo enterró bien. Inmediatamente se incorporó y comenzó a poner los demás miembros en una posición lo más arbórea posible; como no tenía el tamaño necesario para ser un árbol adulto, agregó un codo a su estatura. Extendió sus brazos al cielo a modo de ramas y torció sus dedos; dirigió su cara a Dios y cerró muy bien los ojos. Comenzó a hablarcon Dios, a dirigirse a Ella en los términos en los que acostumbraba a hacerlo desde el feliz día en que descubrió que Dios era una mujer: "una hermosa mujer de senos exuberantes y caderas lo suficientemente anchas como para haber parido al mundo, pero ínfima, imperceptible, como el cosmos en la palma de la nada, y por ínfima infinita como el vientre ciego del vacío donde no pudo llegar la luz,como el último alcance de lo imposible, su propio límite la si¬gue y nada es más pequeño, salvo el universo entero avanzando siempre en dirección contra¬ria", les explicó muchas veces a todos su des-cubrimiento, descubrimiento que, por lo de¬más, también le había valido la expulsión defi-nitiva de todas las órdenes religiosas habidas y por haber.
Y habló con Dios y le recordó cómo en otros...