C mo superar
Amanecer Cautiva del Amor 6 diciembre, 2008 88 Comments
No se encuentra en ninguna biblioteca, diccionario, vocabulario o libro alguno, las palabras
exactas para describir el dolor que nos invade cuando perdemos a un ser amado.
La muerte de alguien querido que es parte vital en nuestro diario vivir, es el alfa y el omega en nuestra vida, se detiene la historia y empieza una nueva etapa sin ese alguien.
Entramos en un periodo indescriptible de dolor y tristeza, caminando por veredas y caminos que no hemos elegido, caminos que ninguno nos explicó y que han sido vedados de nuestra
mente, “esto no puede pasarme a mí”, “¿Por qué a mí?”, “es una pesadilla”, “esto no puede ser
cierto”.
Nos encontramos de pronto enfrentando etapas largas y dolorosas de aceptación, adaptación,
impotencia, cólera que debemos, que tenemos que pasar para algún día poder aliviar el corazón, un proceso largo que incluso, podría durar toda la vida.
La madre que perdió un hijo, lo busca en la sonrisa de todo niño que ve en cualquier parte. Lo busca en los rayos de sol que no la entibian, lanza besos hacia el cielo, con la esperanza que
uno de ellos le llegue al hijo amado que le fue arrebatado inmisericorde mente por los misterios
que la muerte resbala.
Quien perdió a un hermano/a lo busca en las historias de la niñez que quedaron suspendidas
en el cometa de papel que nunca más se levantará con el viento, pero le envía mensajes en un
hilo de esperanza porque sabe que algún día se encontrarán de nuevo en el fulgor de aquella estrella.
Es duro levantarse cada día y enfrentarlo sin el esposo, el novio, o el ser querido. ¿Por qué si
hasta ayer eran felices? Se encuentra de repente sin la sombra del esposo/a enfrentando la
vida sola con sus hijos que nunca conocerán ese rostro tan amado que significaba todo en la
vida.
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