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H. P. Lovecraft y Robert H. Barlow
No sólo fui a Ellston Beach para disfrutar del sol y el océano, sino también para dar descanso a mi fatigada mente. Como no conocía a nadie en la pequeña
ciudad, que bullía de turistas en verano, no parecía muy probable que fuese
molestado. Esto me agradaba, pues mis únicos deseos se concentraban en
contemplar desde mi refugio temporal elbatir de las olas y la gran extensión
arenosa de playa que se extendía ante mí.
Mi prolongado trabajo veraniego había sido completado antes de dejar la ciudad, y el enorme mural estaba correctamente ajustado al contexto pedido. Me
había costado la mayor parte del año terminar el dibujo y, cuando al fin di la
última pincelada sobre el lienzo, estuve dispuesto a rendirme ante la evidencia
de mi malasalud y tomar un descanso, alejándome de todo por un tiempo.
Ciertamente, cuando tan sólo llevaba una semana en la playa, apenas si me
acordaba ya de aquel trabajo que un poco antes me había parecido de tanta
importancia. Y no era más que un viejo asunto resuelto a base de mezclar colores y formas entre los miedos y desconfianzas de mi habilidad para crear un
meticuloso diseño a partir de unaimagen mental. Y aun así, todavía pienso que
aquel suceso en el solitario acantilado, del cual fui principal protagonista, pudo
ser producido por algo que acecha detrás de los temores y desconfianzas de
mi constitución mental. Pues siempre he sido un observador, un soñador, un
creador de paisajes y fantasías; ¿y quién puede decir sin temor a equivocarse
que tal naturaleza no abre los sentidos a mundosinesperados y distintos cánones de existencia?
Ahora que estoy tratando de contar lo que vi, soy consciente de un centenar de
limitaciones impuestas por la cordura. Cosas contempladas con una visión interior, fantasías relampagueantes que nos llegan en la oscuridad del sueño,
son muchas veces más vividas y significativas que la propia realidad. Introduce
una pluma estilográfica en un sueño y elcolor surgirá de ella. La tinta con la
que escribimos parecerá diluida en algo más que la realidad y nos daremos
cuenta que, después de todo, no podemos delinear los abismos de la memoria.
Es como si nuestro propio interior, separado de los lazos que le unen a la objetividad de la vida, gozase de emociones ocultas, selladas precipitadamente
cuando tratamos de introducirnos en ellas. En las fantasíasy sueños yacen las
grandes creaciones del hombre, pues en ellas no existe ninguna imposición de
línea o colorido. Escenas olvidadas y tierras más lejanas que el dorado mundo
de la niñez brotan en la mente dormida hasta que el amanecer las pone en fuga. De entre todo esto podemos rescatar algo de la gloria y alegría que anhelamos: imágenes de sospechada belleza pero nunca antes vistas, que sonpara nosotros lo que el Grial para los sagrados espíritus del mundo medieval.
Convertir tales cosas en arte, intentar traer algún descolorido trofeo de aquella
región intangible, velada y sombría, requiere enorme destreza y memoria.
Pues, aunque los sueños acechan en todos nosotros, pocos pueden sostener
sus apolilladas alas sin desgarrarías.
Esta narración no posee tal destreza. Intentaré contar lomejor posible los mencionados acontecimientos que percibí tan imprecisamente como aquel que
atisba dentro de una región sin luz y sólo ve formas y movimientos vagos. En el
diseño de mi mural, que entonces se mezclaba con muchos otros en el edificio
para el que habían sido diseñados, había tratado de bosquejar algún rasgo de
aquel mundo de sombras, y quizá el resultado había sido mejor de lo quepudiera serlo ahora. El principal motivo de mi estancia en Ellston era el de esperar
las críticas al diseño, y, cuando unos días de comodidad poco corriente ajustaron mi perspectiva, descubrí que —a pesar de los fallos que el creador siempre
encuentra más fácilmente— había logrado retener en colores y líneas algunos
de los fragmentos contenidos en aquel mundo infinito de imaginación. Las...
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