Kosita´pixioza
Mientras se van despejando incertidumbres que pesan sobre el calendario y el proceso electoral, se incrementa la necesidad de que en el desarrollo de la campaña política tenga cabida la discusión sobre las estrategias para el futuro nacional y su sustentabilidad económica, social y política.
La dimensión política ocupa, en este sentido, un lugar central. En losúltimos años las fuerzas políticas han sufrido una sensible pérdida de apoyo, debido a la frustración que experimentó la ciudadanía, lo cual se expresa en la fragmentación de la intención de voto que muestra desde hace meses la opinión pública. La única opinión mayoritaria que detectan las encuestas es el rechazo que concitan algunas figuras políticas relevantes.
Esto significa que, salvo que seproduzca un cambio significativo en el mapa de voluntades de voto en poco más de un mes, el próximo gobierno surgirá de un ballottage y con una base electoral propia minoritaria.
Ese nuevo gobierno deberá enfrentar una serie de desafíos de magnitud histórica que van desde afrontar los compromisos asumidos recientemente con el Fondo Monetario Internacional hasta trazar políticas para relanzar laeconomía y recomponer el tejido social. Todo esto, además, con una débil situación fiscal y en un contexto internacional que, en el mejor de los casos, estará caracterizado por el bajo crecimiento y la incertidumbre.
En tales condiciones, todo indica que el futuro gobierno se verá obligado a tejer alianzas con fuerzas políticas y sociales.
En primer lugar, es evidente que la diagramación ypuesta en práctica de un programa económico de largo plazo sólo puede surgir, en las presentes circunstancias, de un proceso de negociación y acuerdo. Pero, en la actualidad, ni siquiera la administración de la coyuntura resulta viable sin un grado mínimo de consensos.
En lo inmediato es necesario acordar los temas fiscales para evitar que las negociaciones con el FMI vuelvan a entrar en crisis.Luego se deberá plantear la negociación con los acreedores externos, cuyos resultados dependerán de la credibilidad económica y política de la Argentina y del apoyo con que cuenten internamente los negociadores oficiales.
La superación de estos problemas y la recuperación de la producción y el trabajo son cruciales para dar sustentabilidad al próximo gobierno y, en general, al sistema político einstitucional.
La experiencia nacional y externa muestra que ninguna sociedad puede convivir pacíficamente sobre la base de la destrucción de la producción y la pérdida de trabajo. La pobreza y la marginalidad son fuentes de conflicto permanente y bases para el cultivo de las expresiones violentas de la política, de la demagogia y el totalitarismo y, en ocasiones, de corrientes con programasabiertamente antinacionales.
Basta observar el panorama latinoamericano de los últimos tiempos y el actual para tomar conciencia del peligro que significan la pobreza y la frustración para la normalidad cívica y la convivencia nacional. Además, la pobreza y la marginalidad determinan que grandes segmentos de la población no estén en condiciones de adquirir conocimientos y prácticas indispensablespara intervenir en el mundo de la producción técnica, lo cual condena a las sociedades que las sufren al atraso económico permanente o, como en el caso de la Argentina, a la pérdida progresiva del capital humano acumulado en décadas de mayor crecimiento y bienestar social.
La carencia de oportunidades sociales y la pérdida de confianza en el sistema institucional conducen, por otra parte, alrechazo de las normas de convivencia y la inseguridad colectiva. También en este punto es instructivo tener en cuenta las experiencias locales y externas que muestran una asociación positiva entre aumento de pobreza y aumento de delito, o viceversa, entre mejora en las condiciones de vida y reducción de la delincuencia.
En situaciones críticas como la actual, el asistencialismo es un...
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