M S Que Un Perro

 Más que un perro

Curiosamente era un veinticinco de Diciembre, como un regalito de Navidad, ese día llego en una cajita de cartón con un trapo sucio, así lo abandonaron en el parque que estaba en el corazón de la población, el parque tenia once arboles, tres columpios, muchas plantas y matorrales. Era lo que vulgarmente decimos un “quiltro”, que según supe significa“perro” en lengua mapudungun, pero para el común de la gente era un perro sin raza conocida.
Tenía como un mes de nacido, era muy pequeñito, con unas manchas negras sobre un blanco poco cuidado, era muy tímido o quizás temeroso, la cosa es que de tanto temor no se atrevía sino a dar unos cuantos pasitos alrededor de su cajita metida entre unos matorrales que por mucho tiempo fue su guarida.
Asímuy de a poquito se fue adaptando a aquel entorno, y lo tomo como su verdadera casa y la cuidaba de todo extraño que se acercaba a hurgar entre los matorrales, bien lo sabía aquel gato de la vecina de la esquina que por tanta curiosidad casi recibe un buen mordisco de aquel animal.Fue pasando el tiempo y a punta de comida que las vecinas de aquel parque le regalaban, sobras del almuerzo, que nuestro amigo se devoraba, creció y creció y sin darnos cuenta se transformó en un perro grande muy flaco con sus orejas siempre dispuestas y como radares, juguetón y muy sociable, ya no tenía temores, porque todo lo que lo que lo rodeaba era parte de su vida.
Creo que fue DonEmilio el vecino de la casa amarilla quien lo bautizó: “El flaco”, así lo llamó, haciendo referencia a la contextura física de nuestro amigo.
Todos los que venían al parque, inclusive yo ya lo conocíamos, era como parte de él, como cada árbol, cada columpio, cada piedra de ese lugar y así después de varios inviernos de sobrevivir El flaco fue adquiriendo experiencia y cada día se hizo una rutina,una rutina que el adoraba.
Cada mañana se acercaba, daba un pequeño trote que hacia levantar el vuelo de varias palomas, zorzales, y gorriones, que habían en aquel parque, y se preparaba para recibir a Don Heriberto, al que todo el vecindarioconocía como “el tatita”. Llegaba cada mañana con su chaqueta azul roída por los años y por un claro abandono, abandono del que no se escapó él lo habían olvidado sus hijos y nietos, después de quedar viudo ya nadie de su familia lo venía a ver y como era costumbre llegaba como a las diez de la mañana, se sentaba en el banco del rincón la que tenía el mejor sol de todos los del parque, allícomenzaba el ritual: sacaba de entre su bolsillo un pequeño trozo de pan que partía con mucha lentitud por sus dedos deformados por los años y le tiraba a las palomas. El Flaco siempre a un costado observaba, hasta que el “tatita” comenzaba con su historia diaria y le decía: “sabes flaquito…” y empezaba el relato, contaba cosas de cuando era niño, cosas de cuando tenía una familia, cosas que alguna vezlo habían hecho feliz. Y así entre dialogo, que mejor dicho era monólogo se estrechaba la amistad, bastaba ver los ojos brillantes del Flaco y el “tatita” sentía como que dé el nacía la respuesta. Un suspiro y Don Heriberto se paraba le daba un golpecito en la cabeza al Flaco: “chao flaquito nos vemos mañana”. El perro, como el mejor compañero cruzaba la calle con él y lo miraba como desaparecíaen la calle larga que daba al parque, media vuelta y corría nuevamente, se echaba al sol y dormía una larga siesta, la que le procuraría la energía que el Flaco necesitaba para lo que venía.
Como a las cuatro un timbre; gritos, carreras, el colegio que estaba al frente abría sus puertas y comenzaban a salir los niños como aves de su jaula. Corrían al parque, tomaban por...