n-lñk
En un mundoglobalizado como en el que vivimos, aún no se ha globalizado el derecho de los niños a la educación, a jugar, a vivir en una casa mínimamente digna, a tener, en definitiva, una infancia. Y lo peor esque sabemos que el trabajo de esos niños, explotados como sus propios padres, son los que nos permiten a los habitantes del primer mundo, comprarnos una camiseta barata en H&M, o unos vaquerosmonísimos por nada y menos en Zara o un bolso de imitación -¿o quizá auténtico?- de Prada. ¿Somos todos un poco cómplices por acción u omisión? ¿Es nuestro afán consumista lo que lleva a las grandes firmasa producir más y más barato en donde sea y al precio que sea?
Más de una vez hemos visto reportajes como el que aquí se cita, en prensa o en televisión, (yo recuerdo, no hace muchouno en la 2) que pone los pelos de punta. Pero al poco tiempo se nos olvida o miramos para otro lado y seguimos engordando a la gran bestia que es la sociedad de consumo –del primer mundo, claro-.En los países del tercer mundo se vive hoy como vivíamos en España o en Europa hace 80 o 90 años. Nuestros abuelos y abuelas también empezaron a trabajar a edades muy tempranas,también por un salario de miseria, sin haber pisado apenas la escuela. Pero entonces no existían los potentes medios de comunicación de que disponemos ahora, entonces la explotación infantil era unarealidad de la que no se era consciente y sí estaba universalmente repartida. Hoy, en cambio, el tema se hace doblemente doloroso además de injusto porque teniendo los medios para evitarlo, no se evita....
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