P. baroja, "el árbol de la ciencia"
“… Esa tendencia natural a la mentira, a la ilusión del país pobre que se aísla, contribuía al estancamiento, a la fosilización de las ideas.
Aquelambiente de inmovilidad, de falsedad, se reflejaba en las cátedras. Andrés Hurtado pudo comprobarlo al comenzar los estudios de Medicina. Los profesores del año preparatorio eran viejísimos; habíaalgunos que llevaban cerca de cincuenta años explicando.
Sin duda no los jubilaban por sus influencias y por esa simpatía y respeto que ha habido siempre en España por lo inútil.”
(1ª parte, cap II)El fragmento pertenece a la primera parte de la obra, al primer día que el protagonista acude a la facultad. Tanto él como sus compañeros se sienten expectantes, con ciertas ilusiones. Creen queése es el primer día de su vida de adultos. Pero pronto se van dando cuenta de la desorganización general, incluso a la hora de distribuir las aulas. En ese mismo capítulo, el narrador autobiográficoque es Baroja comenta que la cultura europea estaba restringida en España y que todo el conocimiento se centraba en cuestiones técnicas, en aspectos empíricamente demostrables. La libertad depensamiento no existía, incluso los periódicos ofrecían una visión parcial de los hechos. Sin embargo, los españoles se autoengañaban creyéndose los mejores y consideraban que si Francia o Alemania lesmenospreciaban es por una especie de mala fe internacional. El atraso que sufría el país y que aquí se critica, se refleja en la edad de los profesores. El último párrafo recoge las palabras más críticas ycrueles contra el sistema de enseñanza universitario, al que acusa de corrupción e inutilidad.
“El árbol de la ciencia”, publicada en 1911, de marcado tono autobiográfico y de carácter filosófico,refleja bien las preocupaciones de Baroja, que se proyectan en Andrés Hurtado, un personaje perdido en un mundo absurdo que no hace sino acumular desengaños, tanto en su ambiente familiar, como...
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