Pa´ que se acabe la vaina, pero, de verdad
Contrasta este libro con la generación de obras históricas que, en fechas previas al bicentenario del grito deindependencia, publicaron diversos investigadores insistiendo en una visión historiográfica apocalíptica que recalcaba el completo fracaso de la nación colombiana y las nulas perspectivas de futuro para sus habitantes. La obra de Ospina, si bien comparte con los mencionados estudios el negativo balance sobre los doscientos años de vida republicana, culmina con un llamamiento a la voluntad de cambio, a laconstrucción de alternativas.
Esto no es casual. Desde los tiempos de “La Franja Amarilla”, Ospina demostró su compromiso con la generación de ideas para el cambio de la situación del país. En su quehacer literario ha demostrado, además, que es posible ligar la historia, la literatura y la crítica cultural. Siempre con un aprecio por las expresiones de los de abajo y por la naturaleza históricade la creación literaria, Ospina se aparta de los discursos oficiales y de las modas intelectuales, para construir una obra robusta y vivificante, para proyectar sobre el destino de Colombia una visión nueva de país.
“Pa' que se acabe la vaina” transita por la vida de nuestra nación con un relato sin contratiempos, retratando el fracaso del proyecto colectivo de los colombianos. Es la historiade un pueblo arrojado y valiente, de compatriotas de estatura monumental como Simón Bolívar, Antonio Nariño, José María Melo, Jorge Isaacs, María Cano, Ignacio Torres Giraldo o Jorge Eliecer Gaitán. Es la historia del torrente de voces que llora y ríe a través de la creación de un Porfirio Barba Jacob, un León de Greiff, los juglares vallenatos, o Gabriel García Márquez. Pero es también lahistoria de las mezquindades, de las traiciones, de la primacía del interés individual sobre el bien común, de la falta de proyecto nacional. La tradición de la leguleyada y el santanderismo, de la falsedad política y del engaño institucional. En conclusión, hablamos de la derrota de la idea de una república soberana, independiente y democrática que fue el legado que nos dejaron los padres fundadores denuestra nación.
Desde las vicisitudes de la Independencia hasta los horrores del actual conflicto armado, pasando por la Masacre de las Bananeras y el Bogotazo, una constante signa la tragedia colombiana: la exclusión de los sectores populares del poder político y la intolerancia de las élites hacia cualquier iniciativa de aquéllos por cambiar el injusto orden social en que hemos vivido.
Elautor perfila fielmente a esas élites excluyentes y hasta racistas que se niegan a acoplarse con la Colombia profunda, que rechazan lo indígena y lo negro y a las cuales el mestizaje les parece un delito. Hablamos de unas élites adictas al seguidismo de las modas intelectuales y artísticas de Europa y los EE.UU., pero que son incapaces de hacerse partícipes de la cultura y las tradiciones denuestro pueblo.
Esa oligarquía reaccionaria, enemiga de todo cambio progresista y del desarrollo endógeno, es la que instituye un Estado que ha practicado sistemáticamente el terrorismo y la intolerancia contra el opositor. Es esa élite la responsable de los asesinatos de Uribe Uribe, de Gaitán, de Jacobo Prías Alape, de Pardo Leal, de Galán, de Jaramillo Ossa o de Manuel Cepeda. Pero también es laresponsable del exilio de José María Melo, de Vargas Vila y de los centenares de luchadores sociales y militantes de la Unión Patriótica que tuvieron que traspasar fronteras para salvar la vida.
La manipulación de la historia en Colombia ha sido una práctica recurrente: así, Rafael Núñez y Guillermo Valencia nos son presentados como poetas del recuerdo y no como lo que realmente fueron:...
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