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Unos de los puntos más relevantes que toca Walter Benjamim en
La obra de arte en la época de
su reproductibilidad técnica, es el arrebato del “aura” o “unicidad” de una obra de arte, ya que,
según el autor, a medida que los procesos técnicos para la reproducción han avanzado, permitiendo así una gran transformación en el ámbito artístico, también gracias a esa misma
reproductibilidad se aleja a la obra de una tradición artística, de su valor, de su función inicial, de
su aura, de su autenticidad.
También señala la existencia de
obras de valor cultural, las cuales están menos propensas a la
observación de grandes masas, esto ocurre en su mayoría con obras más cercanas a un
carácter religioso, las otras son
obras de valor exhibitivo las cuales son manejadas de una forma
mucho más independiente gracias precisamente a su desapego con lo religioso, y se tienen un
acceso más fácil a ellas.Algo bastante atrevido que hace Benjamin Walter es establecer una comparación entre el cine y
el teatro para tratar de explicar lo que ocurre entre el arte y las nuevas formas de reproducción
que se han venido dando, pero lo atrevido no es la comparación entre estas dos formas artísticas, lo atrevido es que superpone a una sobre otra. Es completamente cierto que el cine y
el teatro guardan grandes diferencias en lo respecta a los procedimientos de creación, de representación, de montaje, del trabajo de los actores etc. Pero sin duda, ambas ramas son
innegablemente artísticas. Lo que apunta el autor al hacer esta comparación es que el teatro mantiene ese “aura” de la que tanto nos habla, evidentemente porque el teatro es acción al
momento “el aquí y ahora”, mientras que el cine por diversas razones de creación se aleja en gran medida de ese “aura”, pero esto no lo hace menos que otro proceso artístico.
Quizás el autor tenga razón cuando nos dice que por esa gran reproductibilidad de las obras, ...
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