сcuentos del gordo

Páginas: 85 (21208 palabras) Publicado: 12 de marzo de 2015
factor común
La primera vez que fui al consultorio de Jorge, sabía que no iba a ver a un psicoterapeuta convencional. Claudia, que me lo había recomendado, me advirtió que «el Gor­do», como ella lo llamaba, era un tipo «un poco espe­cial».
Yo ya estaba harto de las terapias convencionales y, sobre todo, de aburrirme durante meses en el diván de un psicoanalista. Así que llamé y le pedí hora.
Miprimera impresión superó todas las expectativas. Era una calurosa tarde de noviembre1. Yo había llegado cinco minutos antes y esperaba en el portal del edificio hasta que fuera la hora exacta.
A las cuatro y media en punto llamé al timbre. Sonó el portero electrónico, empujé la puerta y subí al noveno piso.
Esperé en el pasillo.
Esperé.
¡Y esperé!
Y cuando me cansé de esperar, llamé al timbre delapartamento.
Me abrió la puerta un tipo que a primera vista parecía vestido para irse de picnic: llevaba vaqueros, zapatillas de tenis y una camiseta de color naranja chillón.
—Hola —me dijo. Su sonrisa, debo confesar, me tran­quilizó.
—Hola —contesté—. Soy Demián.
—Sí, claro. ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué has tardado tanto en llegar hasta arriba? ¿Te has perdido?
—No, no es que haya tardado. No hequerido llamar al timbre para no molestar, por si estaba atendiendo a alguien...
—¿Para «no molestar»? —me imitó, moviendo preocu­pado la cabeza... Y hablando como para sí prosiguió—. Así te deben ir a ti las cosas...
Me quedé mudo.
Era la segunda frase que me decía y, sin duda, estaba diciéndome algo que era cierto pero...
¡Qué hijo de puta!
El lugar donde Jorge atendía a sus pacientes, y al queno me atrevería a llamar «consultorio», era igual que él: informal, desarreglado, desordenado, cálido, colorido, sorprendente y, para qué negarlo, un poco sucio. Nos sentamos en dos sillones, uno frente al otro y, mientras yo le contaba algunas cosas, Jorge tomaba mate. Sí, ¡tomaba mate durante la sesión!
Me ofreció uno:
—Bueno —le dije.
—Bueno ¿qué?
—Bueno, el mate...
—No entiendo.
—Que te voy aaceptar un mate.
Jorge me hizo una servil y burlona reverencia y me dijo:
—Gracias, majestad, por aceptarme un mate... ¿Por qué no me dices si quieres un mate o no, en lugar de hacerme favores?
Ese hombre me iba a volver loco. —¡Sí! —dije.
Y entonces sí, el gordo me dio un mate.
Decidí quedarme un poco más.
Le conté entre mil cosas que algo debía funcionar mal en mí, porque tenía dificultades enmis relaciones con la gente.
Jorge me preguntó cómo sabía yo que el problema era mío.
Le contesté que tenía dificultades en casa con mi padre, con mi madre, con mi hermano, con mi pareja. Y que, por lo tanto, obviamente, el problema debía de ser yo. Entonces, por primera vez, Jorge me contó “algo”.
Después, con el tiempo, aprendería que al gordo le gustaban las fábulas, las parábolas, los cuentos,las frases inteligentes y las metáforas logradas. Según él, la única manera de comprender un hecho sin vivirlo directamente, es teniendo una clara representación simbólica interior del suceso.

—Una fábula, un cuento o una anécdota —afirmaba Jorge— puede ser cien veces más recordada que mil explicaciones teóricas, interpretaciones psicoanalíticas o planteamientos formales.
Ese día, Jorge me dijoque podía haber algo desacom­pasado en mí, pero añadió que mi deducción era peli­grosa, porque mi conclusión autoacusadora no estaba apoyada en hechos que la confirmaran. Entonces me relató una de esas historias que él contaba en primera persona y que nunca se sabía si eran parte de su vida o de su fantasía:
Mi abuelo era bastante borrachín.
Lo que más le gustaba beber era anís turco.
Bebía anís yle añadía agua, para rebajarlo,
pero se emborrachaba igual.
Entonces bebía whisky con agua y se emborrachaba.
Y bebía vino con agua y se emborrachaba.
Hasta que un día decidió curarse...
y dejó... ¡el agua!

EL VERDADERO VALOR DEL ANILLO
Habíamos estado hablando sobre la necesidad de obte­ner reconocimiento y valoración por parte de los demás. Jorge me había explicado la teoría de Maslow sobre...
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