Abra La Boquita

¡Abra la boquita!
A mi Mamá le encantaba vestirme igual como a una muñeca con vestidos floreados, mallas blancas y zapatitos negros. En esa edad no cuestionaba mi atuendo y ni un montón de cosas. Mucho menos cuestionaba a mi Papá cuando susurraba “abra la boquita” con su voz suave y convincente. No recuerdo cuando fue la vez primera que oí esas tres palabras, pero sé que fue en un diciembre. Fueen diciembre porque Mami había plasmado el pesebre del Niño Dios y utilizaba la olla grande para los tamalitos diariamente. Con placer abría la boquita, sucumbiendo a su cariño y refugio paternal con el cual manoseaba la cuchara o tortilla que él llamaba: el avioncito. El capitán, Papi, iba arrumbo a su propio receptáculo: la cavidad bucal.
Desde ahí en adelante, antes de comer abría la“boquita” lo más ancho que podía como si para atrapar a la comida “voladora”. No era necesario que mi Papá dijera “abra la boquita” porque ya estaba lista pero aún esperaba que me lo pidiera con su ternura irremplazable. Yo permitía el aterrizaje de los tamales endulzados con pasas y canela, de las tazas de champurrado recién hecho y de los buñuelos empolvados con azúcar del cielo.
Recuerdo los ojoscafés y profundos de mi Papá y su bigote grueso y negro. Era más negro que la oscuridad. Esta comparación no recuerdo tanto porque en lo lóbrego se manifestaba el cucuy, irónicamente. En la niñez no te das cuenta que mayoría de las cosas en cuales fijas tu mirada, las ves por vez primera, sin embargo nuestras reacciones expresan lo distinto. Engrandecen nuestros ojos, engrandecen nuestras mentes porcuriosidad a lo del mundo, queremos verlo, saborearlo, tocarlo, olerlo, oírlo. Pero mientras los años aumentan, el interés, la maravilla, el sobrecogimiento y el entusiasmo menguan.
A pesar de que las luces colorantes alumbraban con intensidad sobre los techos de las casas, y cantos alegres se oían a trechos, los sentidos que más desarrollé en estas temporadas navideñas fueron el olfato y elgusto. El olor de pan calientito y recién salido del horno, cual servía como cobija invisible porque guarecía la casa con su calidez, era suficiente para hacerte brincar de la cama y correr para la cocina antes de los demás. Ya ahí las glándulas salivales no podían resistir así que apresuraban la mordida de la orilla crujiente del pan y te tentaban con un chocolatito calientito. Las cosas másdeseadas en este mundo suelen ser temporal, como la comida, satisfacen por unos momentos pero después estamos hambrientos y antojados de nuevo. Pero lo mejor de la Navidad es que mordida tras mordida todas son igual a la primera.
Cada Navidad mi Mamá usaba sus destrezas para preparar y freír los buñuelos más deseados en todo El Paso. Sólo se refería a una receta pasada por la Tía de mi Abuelita y porvarios años ésta Tía coexistía con nosotros y mayoría del tiempo cocinaba para todos. Ésta receta se conoce por oído, no por escrito, porque por alguna razón desconocida las mujeres nunca se pusieron de acuerdo a escribirla. Pienso que supusieron que cada mujer dedicaría tiempo a la cocina y con ello aprendería como mantener su cocina y casa. Llego el día más esperado de la temporada, cuando al finiba a participar en el ritual de hacer buñuelos. Mientras Mamá organizaba los platos y extendía los manteles para secar la masa al aire libre, la Tía sacaba la manteca, la harina, el azúcar, la canela y la leche. Ambas trabajaban en armonía y en el mismo tempo, eran demasiado rápidas para que mi cerebro aprehendiera todos los movimientos de cada quien. Siendo pequeñita no alcanzaba unas cosas asíque solo podía ayudar con lo que mis manos agarraban. Elevada con entusiasmo y desesperación para hundir mis uñas, dedos, manos y muñecas en la masa montañosa y pegajosa, la Tía con desdén y una cara arrugada y colorada me impidió participar.
--¡Sácate de aquí, vete a jugar o hacer algo!
No pude prestar atención al sonido de su voz porque en ese instante mi mundo se fue mudo, sólo vi sus...