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La cultura de hoy y la reconciliación1

Alfredo García Quesada

1. La cultura
Una vía para obtener una primera noción de lo que se designa a través del término cultura es
acudir a la etimología de la palabra. Sin embargo, propongo esta vía no básicamente por razones de
claridad conceptual, sino porque en la raíz latina de esta palabra se encuentra un modo de
comprender la cultura que me parecesumamente importante para percibir mejor la honda crisis
cultural de nuestro tiempo.
Es comúnmente aceptado que fue Cicerón quien acuñó el término cultura para referirse al
“cultivo del ser humano”2. El término deriva del verbo latino colere que significa “cultivar”.
Anteriormente a esta formulación de Cicerón, el término “cultura” era empleado, con diversos
prefijos, para designar el cultivoreverente de algo. De modo particularmente notable ello se observa
en la palabra agricultura, que designa el “cultivo de la tierra”. Ese modo de comprender la cultura
obedecía, en términos generales, a la actitud de reverente cuidado que el romano común percibía
que debía tener ante el campo que le ofrecía el alimento necesario para su subsistencia. Pero tal
actitud reverente aparece simplemente comouna acentuación de la disposición semejante que, en
general, los pueblos antiguos tuvieron ante la naturaleza en su sentido amplio, es decir, ante todo
“lo que se descubre como dado”. Y, así, ante uno de los rostros de esta naturaleza, como lo es la
tierra que proporciona los alimentos, resultaba claro que se hacía necesario conocer y respetar sus
ritmos, adecuarse a los tiempos de siembra, de riegoy de cosecha, en suma, entender que se estaba
ante una realidad que, aunque se encontraba abierta a la intervención externa, tenía sus dinamismos
propios, que, si no eran atendidos, podían hacer que este “cultivo de la tierra” (agri-cultura) se
volviese algo bastante contrario a su auténtico cultivo.
El hecho de que la tradición latina, a través de Cicerón, haya escogido el término “cultura”para, ahora sin prefijos, referirlo al “cultivo del ser humano”, parece, pues, resaltar no sólo la
necesaria disposición de “reverente cuidado”, que es inherente al “dinamismo cultural”, sino, sobre
todo, que cualquier “dinamismo de cultivo” debe tener honda conciencia de que lo que se va a
cultivar es una “realidad” que está más allá de las iniciativas de aquel que cultiva. Ahora bien, en el
caso dela “cultura”, en cuanto “cultivo del ser humano”, la realidad en cuestión se refiere ya no
simplemente al espacio agrícola, sino a la “totalidad de lo real”, esto es, a todas las dimensiones de
la realidad, que se encuentran más allá de la propia conciencia subjetiva, y, con ello, sobre todo, a la
realidad que el ser humano puede descubrir en sí mismo como “dada” y no “creada” por él.
Cultura es,entonces, el modo como el ser humano cultiva toda la realidad dada, incluyendo,
sobre todo, la suya propia, para que la realidad, en general, nos brinde sus mejores frutos. Y es así
—según recuerda el Concilio Vaticano II, a través de Gaudium et spes3— como este dinamismo de
cultivo que es, en uno de sus sentidos más ricos, un “dinamismo de humanización”, viene a
plasmarse al modo de objetos,estilos de vida, costumbres, instituciones y otras innumerables
1

El presente texto fue publicado en: AA.VV., Caridad, reconciliación y dignidad humana, VE, Lima 2010, pp.125-146
y, extemporáneamente, en Revista VE, n. 74 (2009), pp. 11-30.
2
3

Ver Cicerón, Tusculanas, II,5,13.
Ver Gaudium et spes, 53.

1

concreciones, que terminan configurando un “hábitat”, un “ambiente”, una “morada”, o —comoenfatiza Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate, haciendo suya la expresión que había
acuñado Juan Pablo II en Centesimus annus— una “ecología humana”4, es decir, un oikós (casa),
que ha de ofrecerse como una “casa propiamente humana”, esto es, digna de ser habitada por el ser
humano.
De este modo, queda claro que la cultura tiene no sólo como su origen, sino también como
su meta, al...