ALAS ROTAS (Cuento)


ALAS ROTAS (cuento)


…El malecón, hasta allí había llegado ahora, a paso taciturno, adesgano; a inercia se diría mejor. No estaba allí por algún propósito. Hacía ya treinta años que caminaba a ese paso. Sintió hambre. Siempre «sentía un hambre de qué». Inexplicable. Pero, o no lo sabía;o lo sabría sin voluntad de reacción. En esto cavilaba mientras rompían en su pecho y rostro gratificantes ráfagas de brisa marina, que sacudían toda su indumentaria cual bandera en asta. Hasta laluna cómplice, parecía proyectarle a foco espectacular de primer plano.
Parado allí, el horizonte como norte, en la punta o cabeza de aquel muelle de peñascos trasplantados, tan alineados, tanhabilidosamente a ras. Aquella atmosfera admirable de cielos despejados y fragancia salitrosa; colorida de playa y ánimo relajado. Enmarcaba perfecta con la vertebradaranchería de pernocta de los pescadores, diseminadas a todo largo de aquel montículo empedrado. Allí podía verse aquellos hombres descansando sus faenas, en sus hamacas unos, otros remendando redes, losotros en sus mercaderías. Lo observaba todo en todo detalle. Así era aquel hombre…
Hastaentonces miraba hacia el cielo un repentino espectáculo de pelícanos en bandada que zambullían –a lo kamikaze– en picada por su presa, presumían festivos sus clavadas infalibles, verdadero enjambre enferia encarnizada de supervivencia. Todo lo contrario sucedía a pocos metros del varadero donde estaba. Allí, entre el remolineo de aguas, muy cerca del entramado de pilares, ocurría un cuadroimpactante de fuerte matiz místico revelador. Veía a un pelícano solitario, removiéndose flotante entre las aguas mientras atinaba a coger las sobras de tripas que le tiraban los ayudantes escaladores al...