Anaconda y otros cuentos

Páginas: 210 (52376 palabras) Publicado: 8 de junio de 2014
Con la publicación de este libro (1921), Horacio Quiroga alcanzó gran repercusión entre la
crítica y el público continental. Los cuentos aquí reunidos —aparecidos originalmente en
publicaciones porteñas en los años anteriores— dan cuenta de un amplio periodo de su
experiencia narrativa y vital: los primeros años en Buenos Aires, el deslumbramiento por la
cinematografía, sus proyectosagrícolas en el Chaco, la profunda incursión en Misiones, el
regreso a la capital…
El relato epónimo es, quizás, uno de los más conocidos de la literatura latinoamericana. A
través de sus páginas, quedan patente la admiración y la maravilla que sentía Quiroga por la
selva y sus criaturas, al narrar magistralmente el encuentro de Anaconda con la bestia más
temible de todas: el hombre.

HoracioQuiroga

Anaconda
y otros cuentos
ePUB v1.0
jugaor 25.07.12

Título original: Anaconda
Horacio Quiroga, 1921.
Diseño de portada: Shammael
Fotografía: Corallus caninus
Editor original: jugaor
ePub base v2.0

Anaconda
I
Eran las diez de la noche y hacía un calor sofocante. El tiempo cargado pesaba sobre la selva, sin un
soplo de viento. El cielo de carbón se entreabría de vez encuando en sordos relámpagos de un extremo a
otro del horizonte; pero el chubasco silbante del sur estaba aún lejos.
Por un sendero de vacas en pleno espartillo blanco, avanzaba Lanceolada, con la lentitud genérica de
las víboras. Era una hermosísima yarará, de un metro cincuenta, con los negros ángulos de su flanco bien
cortados en sierra, escama por escama. Avanzaba tanteando la seguridad delterreno con la lengua, que en
los ofidios reemplaza perfectamente a los dedos.
Iba de caza. Al llegar a un cruce de senderos se detuvo, se arrolló prolijamente sobre sí misma,
removiose aún un momento acomodándose y después de bajar la cabeza al nivel de sus anillos, asentó la
mandíbula inferior y esperó inmóvil.
Minuto tras minuto esperó cinco horas. Al cabo de este tiempo continuaba en igualinmovilidad.
¡Mala noche! Comenzaba a romper el día e iba a retirarse, cuando cambió de idea. Sobre el cielo lívido
del este se recortaba una inmensa sombra.
—Quisiera pasar cerca de la Casa —se dijo la yarará—. Hace días que siento ruido, y es menester
estar alerta…
Y marchó prudentemente hacia la sombra.
La casa a que hacía referencia Lanceolada era un viejo edificio de tablas rodeado decorredores y
todo blanqueado. En torno se levantaban dos o tres galpones. Desde tiempo inmemorial el edificio había
estado deshabitado. Ahora se sentían ruidos insólitos, golpes de fierros, relinchos de caballo, conjunto de
cosas en que trascendía a la legua la presencia del Hombre. Mal asunto…
Pero era preciso asegurarse, y Lanceolada lo hizo mucho más pronto de lo que hubiera querido.
Uninequívoco ruido de puerta abierta llegó a sus oídos. La víbora irguió la cabeza, y mientras notaba
que una rubia claridad en el horizonte anunciaba la aurora, vio una angosta sombra, alta y robusta, que
avanzaba hacia ella. Oyó también el ruido de las pisadas —el golpe seguro, pleno, enormemente
distanciado que denunciaba también a la legua al enemigo.
—¡El Hombre! —murmuró Lanceolada. Y rápidacomo el rayo se arrolló en guardia.
La sombra estuvo sobre ella. Un enorme pie cayó a su lado, y la yarará, con toda la violencia de un
ataque al que jugaba la vida, lanzó la cabeza contra aquello y la recogió a la posición anterior.
El hombre se detuvo: había creído sentir un golpe en las botas. Miró el yuyo a su rededor sin mover
los pies de su lugar; pero nada vio en la oscuridad apenas rotapor el vago día naciente, y siguió adelante.
Pero Lanceolada vio que la Casa comenzaba a vivir, esta vez real y efectivamente con la vida del
Hombre. La yarará emprendió la retirada a su cubil llevando consigo la seguridad de que aquel acto
nocturno no era sino el prólogo del gran drama a desarrollarse en breve.

II

Al día siguiente, la primera preocupación de Lanceolada fue el peligro...
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