anastasia
Christian me ata la llave a la muñeca.—¿Quieres que conduzca yo? —Sí. —Christian me sonríe—. ¿Te la he apretado demasiado?
—No, está bien. ¿Por eso llevas chaleco salvavidas? —pregunto arqueando una ceja. —Sí. No puedo evitar reírme.—Veo que tiene mucha confianza en mis habilidades como conductora, señor Grey. —La misma de siempre, señora Grey. —Vale, no me des lecciones. Christian levanta las manos en un gesto defensivo, pero estásonriendo. —No me atrevería. —Sí, sí te atreverías y sí lo haces. Y aquí no podemos aparcar y ponernos a discutir en la acera. —Cuánta razón tiene, señora Grey. ¿Nos vamos a quedar aquí todo el díahablando de tu capacidad de conducción o nos vamos a divertir un rato? —Cuánta razón tiene, señor Grey. Cojo el manillar de la moto de agua y me subo. Christian sube detrás de mí y empuja con la piernapara alejarnos del yate. Taylor y dos de los tripulantes nos miran divertidos. Mientras avanzamos flotando, Christian me rodea con los brazos y aprieta sus muslos contra los míos. Sí, eso es lo que...
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