Antón Chejov Los Mártires

Páginas: 7 (1699 palabras) Publicado: 20 de junio de 2016
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ANTON CHEJOV
LOS MARTIRES
Cortesía de : Verónica vaymelek@yahoo.com.ar
Lisa Kudrinsky, una señora joven y muy cortejada, se ha puesto de pronto
tan enferma, que su marido se ha quedado en casa en vez de irse a la oficina, y
le ha telegrafiado a su madre.
He aquí cómo cuenta la señora Lisa la historia de su enfermedad:
Después de pasar una semana en la quinta de mi tía me fui a casade mi
prima Varia. Aunque su marido es un déspota -¡yo le mataría!- hemos pasado
unos días deliciosos. La otra noche dimos una función de aficionados, en la que
tomé yo parte. Representamos Un escándalo en el gran mundo. Frustalev estuvo
muy bien. En un entreacto bebí un poco de limón helado con coñac. Es una
mezcla que sabe a champagne. Al parecer no me sentó mal. Al día siguiente
hicimos unaexcursión a caballo. La mañana era un poco húmeda y me resfrié.
Hoy he venido a ver a mi pobre maridito y a llevarme el traje de seda. No había
hecho más que llegar, cuando he sentido unos espasmos en el estómago y unos
dolores... Creí que me moría. Varia, ¡claro!, se ha asustado mucho; ha empezado
a tirarse de los pelos, ha mandado por el médico. ¡Han sido unos momentos
terribles!
Tal es el relatoque la pobre enferma les hace a todos sus visitantes.
Después de la visita del médico se duerme con el sosegado sueño de los
justos, y no se despierta en seis horas.
En el reloj acaban de dar las dos de la mañana. La luz de una lámpara con
pantalla azul alumbra débilmente la estancia. Lisa, envuelta en un blanco
peinador de seda y tocada con un coquetón gorro de encaje, entreabre los ojos y
suspira.A los pies de la cama está sentado su marido, Visili Stepanovich. Al
pobre le colma de felicidad la presencia de su mujer, casi siempre ausente de
casa; pero, al mismo tiempo, su enfermedad le desasosiega en extremo.
-¿Qué tal, querida? ¿Estás mejor? -le pregunta muy quedo.
-¡Un poco mejor! -gime ella-. ¡Ya no tengo espasmos; pero no puedo
dormir!...

-¿Quieres que te cambie la compresa, ángelmío?
Lisa se incorpora con lentitud, pintado un intenso sufrimiento en la faz, e
inclina la cabeza hacia su marido, que, sin tocar apenas su cuerpo, como si fuese
algo sagrado, le cambia la compresa. El agua fría la estremece ligeramente y le
arranca risitas nerviosas.
-¿Y tú, pobrecito, no has dormido? -gime, tendiéndose de nuevo.
-¿Acaso podría yo dormir estando enferma mi mujercita?
-Esto no esnada, Vasia. Son los nervios. ¡Soy una mujer tan nerviosa...! El
doctor lo achaca al estómago; pero estoy segura de que se engaña. No ha
comprendido mi enfermedad. Son los nervios y no el estómago, ¡te lo juro! Lo
único que temo es que sobrevenga alguna complicación...
-¡No, mujer! Mañana se te habrá pasado ya todo.
-No lo espero... No me importa morirme; pero cuando pienso que tú te
quedaríassolo... ¡Dios mío!... ¡Ya te veo viudo!...
Aunque el amante esposo está solo casi siempre y ve muy poco a su mujer,
se amilana y se aflige al oírla hablar así.
-¡Vamos, mujer! ¿Cómo se te ocurren pensamientos tan tristes? Te aseguro
que mañana estarás completamente bien...
-No lo espero... Además, aunque yo me muera, la pena no te matará.
Llorarás un poco y te casarás luego con otra...
El marido noencuentra palabras para protestar contra semejantes
suposiciones, y se defiende con gestos y ademanes de desesperación.
-¡Bueno, bueno, me callo! -le dice su mujer-. Pero debes estar preparado...
Y piensa, cerrando los ojos: «Si efectivamente me muriera...»
El cuadro de su propia muerte se le representa con todo lujo de detalles. En
torno del lecho mortuorio lloran Vasia, su madre, su prima Varia ysu marido,
sus amigos, su adoradores. Está pálida y bella. La amortajan con un vestido
color de rosa, que le sienta a las mil maravillas, y la colocan sobre un verdadero
tapiz de flores, en un ataúd magnífico, con aplicaciones doradas. Huele a
incienso; arden las velas funerarias. Su marido la mira a través de las lágrimas.
Sus adoradores la contemplan con admiración. «Se diría -murmuran- que...
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