Arnold
La historia que nos contaban viene a ser siempre más o menos la misma, y dice que los avances en la digitalización por un lado y en la imitación de la claridad delectura por otro, ya han alcanzado su cénit, y que por lo tanto la desaparición del libro convencional es cuestión de días. Los pacientes editores terminamos, tras escuchar tan buenas nuevas,echándonos las manos a la cabeza y llorando por nuestro oficio en su forma conocida (libresca, pero de papel), pues los profetas de la tecnología seguramente llevan razón, y nos quedan apenas unos días dedolorosa agonía. Somos tan anticuados como los objetos que producimos, como los lugares donde se venden esos objetos. [...]
Por el momento, son muy escasos los lectores dispuestos a renunciar aciertas cosas que han acompañado durante años a la lectura, elementos tales como la claridad y la fijeza sin vibraciones de las letras impresas sobre el blanco de la página, la sensualidad del tacto delpapel, o incluso el olor a tinta, por no hablar de las cómodas encuadernación que permiten que actualmente sólo se caigan los pliegos de los libros fabricados con tacañería. Se diría, por ahora,...
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