ASAD
Cuando el león iba de visita, el elefante siempre trotaba a su lado, y aunqueambos no consumían el mismo tipo de alimento, comían a menudo juntos. Los demás animales no lograban explicarse por qué estaba dispuesto el león a derrochar tanto de su valioso tiempo con el viejo ypesado elefante. Y no hay que creer, ni por un momento, que ello les gustaba. Y ese asunto daba lugar a mil y un comentarios.
Cierto día, cuando el león había invitado al elefante a una excursión decaza que duraría dos semanas, sus demás súbditos se reunieron en el bosque para discutir aquel fastidioso asunto. El zorro, que nunca había dudado que era más astuto que los demás animales, fue elprimero en hablar.
-No creáis que envidio al torpe y pesado elefante -dijo-. Pero... ¿qué le ve de particular el león? Si el elefante tuviera una bella y peluda cola como la mía, yo comprenderíainmediatamente por qué simpatiza con él.
Meneando su elegante cola para que los demás animales viesen de qué estaba hablando, el zorro concluyó su discurso y se sentó.
El oso, que no había oído ni la mitadde lo dicho por el zorro, se levantó y meneó la cabeza. Toda aquella conversación sobre la elegancia lo fastidiaba.
-Si el elefante tuviera unas zarpas largas y afiladas como las mías, yo podríacomprender la simpatía que siente el león por él -dijo-.
-O si sus torpes colmillos fuesen como mis cuernos -intervino el buey.
-No me hagáis reir -dijo el asno-. Todo ese asunto es claro como el día....
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