Bajo La Misma Estrella John Green

Páginas: 84 (20758 palabras) Publicado: 27 de julio de 2014
LA METAMORFOSIS
Franz Kafka

Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un
monstruoso insecto. Estaba echado de espaldas sobre un duro caparazón y, al alzar la
cabeza, vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades, sobre el cual
casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de escurrirse hasta el suelo.
Numerosas patas,penosamente delgadas en comparación al grosor normal de sus
piernas, se agitaban sin concierto.
—¿Qué me ha ocurrido?
No estaba soñando. Su habitación, una habitación normal, aunque muy pequeña, tenía el
aspecto habitual. Sobre la mesa había desparramado un muestrario de paños —Samsa
era viajante de comercio—, y de la pared colgaba una estampa recientemente recortada
de una revista ilustrada ypuesta en un marco dorado. La estampa mostraba a una mujer
tocada con un gorro de pieles, envuelta en una estola también de pieles, y que, muy
erguida, esgrimía un amplio manguito, asimismo de piel, que ocultaba todo su antebrazo.
Gregorio miró hacia la ventana; estaba nublado, y sobre el cinc del alféizar repiqueteaban
las gotas de lluvia, lo que le hizo sentir una gran melancolía.
«Bueno—pensó—; ¿y si siguiese durmiendo un rato y me olvidase de todas estas
locuras?» Pero no era posible, pues Gregorio tenía la costumbre de dormir sobre el lado
derecho, y su actual estado no permitía adoptar tal postura. Por más que se esforzara,
volvía a quedar de espaldas. Intentó en vano esta operación numerosas veces; cerró los
ojos para no tener que ver aquella confusa agitación de patas, pero nocesó hasta que
notó en el costado un dolor leve y punzante, un dolor jamás sentido hasta entonces.
—¡Qué cansada es la profesión que he elegido! —se dijo—. Siempre de viaje. Las
preocupaciones son mucho mayores cuando se trabaja fuera, por no hablar de las
molestias propias de los viajes: estar pendiente de los enlaces de los trenes; la comida
mala, irregular; relaciones que cambianconstantemente, que nunca llegan a ser en
verdad cordiales, y en las que no tienen cabida los sentimientos. ¡Al diablo con todo!
Sintió sobre el vientre un leve picor, con la espalda se deslizó lentamente más cerca de la
cabecera de la cama para poder levantar mejor la cabeza; se encontró con que la parte
que le picaba estaba totalmente cubierta por unos pequeños puntos blancos, que no
sabía a qué sedebían, y quiso palpar esa parte con una pata, pero inmediatamente la
retiró, porque el roce le producía escalofríos.
Se deslizó de nuevo a su posición inicial.
«Esto de levantarse pronto —pensó— le hace a uno desvariar. El hombre tiene que
dormir. Otros viajantes viven como pachás. Si yo, por ejemplo, a lo largo de la mañana

vuelvo a la pensión para pasar a limpio los pedidos que heconseguido, estos señores
todavía están sentados tomando el desayuno. Eso podría intentar yo con mi jefe, en ese
momento iría a parar a la calle. Quién sabe, por lo demás, si no sería lo mejor para mí. Si
no tuviera que dominarme por mis padres, ya me habría despedido hace tiempo, me
habría presentado ante el jefe y le habría dicho mi opinión con toda mi alma. ¡Se habría
caído de la mesa! Sí que es unaextraña costumbre la de sentarse sobre la mesa y,
desde esa altura, hablar hacia abajo con el empleado que, además, por culpa de la
sordera del jefe, tiene que acercarse mucho. Bueno, la esperanza todavía no está perdida
del todo; si alguna vez tengo el dinero suficiente para pagar las deudas que mis padres
tienen con él —puedo tardar todavía entre cinco y seis años lo hago con todaseguridad.
Entonces habrá llegado el gran momento, ahora, por lo pronto, tengo que levantarme
porque el tren sale a las cinco», y miró hacia el despertador que hacía tictaqueaba sobre
el armario.
«¡Dios del cielo!», pensó.
Eran las seis y media y las manecillas seguían tranquilamente hacia delante, ya había
pasado incluso la media, eran ya casi las menos cuarto. «¿Es que no habría sonado el...
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