Barco sin luces, de
lectores y estudiosos como Dámaso Alonso, quien escribió sobre el lugués:“Por la ciudad, pequeña y fácil, sólo asustada
de tan fácil, va y viene un hombre joven, alto, cenceño. Es un médico: va y viene a su trabajo. Dios lo ha puesto junto al
dolor. Le puso muchodolor y mucho susto en el alma, el miedo más humano del que a cada instante se despierta entre
maravillas; pero además, es un médico; diariamente tiene en sus manos el dolor físico de los otros, comoun pájaro
palpitante. El alma le ha llenado de paisaje gallego y de nostalgia, de dolor y de ensueño. Profundas realidades le van
cayendo en el alma”.
Luís Pimentel moría inesperadamente ensu casa de Lugo, hace algo más de medio siglo. Hasta entonces, finales de la década
de 1950, no se habían publicado libros de su autoría, aunque su inquietud artística, que compaginó con laprofesión de
médico, le llevó a participar desde la década de 1920 en los actos de carácter cultural y tertulias de todo tipo que se
desarrollaban en la ciudad que le vio nacer y morir. Entre suscolaboraciones destacan las realizadas para la revista
Ronsel, punto de encuentro de las vanguardias artísticas que calaron hondo en toda Europa en los años posteriores a la I
Guerra Mundial.La influencia de la denominada generación del 27 sobre la poética de Luís Pimentel fue notoria. En este sentido, Barco sin
luces, la obra que aquí recuerdo tiene algo de juanramoniana, pero enella late lo humano, una cotidianidad dura, vivida
por el observador solitario que pasea sus penas por la ciudad provinciana, refugio de su alma en pena por un mundo
condenado a la sinrazón.Todo eso aparece en Barco sin luces, cuyos poemas Pimentel leyó en alguna ocasión a los amigos y
conocidos que compartían con él tertulia en su ciudad natal: Lugo, pequeña capital de provincia...
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