CELEPHAÏS

Páginas: 11 (2618 palabras) Publicado: 28 de noviembre de 2013


CELEPHAÏS



En un sueño Kuranes vio la ciudad del valle y la costa que había más allá, y el pico que dominaba el mar, y las galeras pintadas de alegres colores que zarpan desde el puerto rumbo a las distantes regiones donde el mar se junta con los cielos. Tam­bién en un sueño consiguió el nombre de Kuranes, ya que durante la vigilia era llamado de forma distinta. Quizás le fue naturalel soñar un nombre nuevo, ya que era el último de su estirpe y se hallaba solo entre las muchedumbres indiferentes de Londres, por lo que no había demasiados que pudieran hablar con él y recordarle quién había sido. Había perdido sus tierras y dineros, y no se preocupaba de los hábitos de la gente alrededor, ya que prefería soñar y plasmar tales sueños. Cuanto escribiera había despertado lahilaridad de aquellos a los que se lo había mostrado, y, por último, dejó de escribir. Cuanto más se retiraba del mundo inmediato, más maravillosos se volvían sus sueños, y hubiera sido casi inútil el intentar traspasarlos al papel. Kuranes no era un hombre moderno, y no tenía las miras de otros que también escriben. Mientras ellos pugnaban por despojar a la vida de las ornadas vestimentas del mito,Kuranes tan sólo aspi­raba a la belleza. Cuando la verdad y la experiencia no se la mos­traron, se volvió hacia la fantasía y la ilusión, hallándola en sus mismos umbrales, entre los nebulosos recuerdos de los cuentos de su niñez y entre los sueños.
No hay mucha gente que sepa cuántas maravillas se les abren en las historias y visiones de juventud, ya que cuando somos niños oímos y soñamos,albergamos ideas a medio cuajar, y cuando al hacernos hombres intentamos recordar, nos vemos estorbados y convertidos en seres prosaicos por el veneno de la vida. Pero algunos de nosotros nos despertamos en mitad de la noche entre extraños fantasmas de colinas y jardines encantados, de fuentes cantarinas al sol, de acantilados dorados a la vera de mares rumorosos, de llanuras abiertas en torno asomnolientas ciudades de bronce y piedra, de la severa compañía de héroes cabalgando blancos caballos engualdrapados junto a espesas sel­vas; y entonces sabremos que hemos vuelto los ojos a las puertas de marfil del mundo de prodigios que fuera nuestro antes de convertirnos en sabios e infelices.
Kuranes volvió de súbito al viejo mundo de la infancia. Había estado soñando con la casa donde naciera; elgran hogar de piedra cubierto por la hiedra, donde vivieran trece generacio­nes de antepasados, y donde hubiera ansiado morir. Lucía la luna, y él se había escabullido por la fragante noche veraniega; atravesó jardines, bajó terrazas, dejó atrás los grandes robles y recorrió el largo camino blanquecino hacia el pueblo. La villa parecía muy antigua, con sus límites tan reducidos como aquella lunaque comenzaba a menguar, y Kuranes se preguntó si bajo los tejados picudos de las casitas se albergaría el sueño o la muerte. Las malas hierbas crecían en las calles, y los cristales de las ventanas a ambos lados se encontraban rotos o acechaban transparentes. Kuranes no se demoró, antes bien prosiguió tra­bajosamente, como al reclamo de alguna meta. No osó desobe­decer su llamada por miedo a que serevelase como una ilusión similar a las necesidades y aspiraciones de la vigilia, que no con­ducen a destino alguno. Luego se sintió atraído hacia un calle­jón que salía del casco de la ciudad rumbo a los acantilados del canal y alcanzó el final de las cosas... el precipicio y el abismo donde el pueblo y el mundo entero se desplomaban abrupta­mente en una vacuidad sin sonidos de infinito, y dondeel cielo por delante se hallaba a oscuras, despojado de la menguante luna o de las acechantes estrellas. La confianza le urgió a prose­guir sobre el precipicio, en el abismo por donde descendió flo­tando, flotando, flotando; pasó oscuridad, incorporeidad, sue­ños no soñados, esferas débilmente iluminadas que podían ser sueños soñados a medias y burlones seres alados que parecían mofarse de los...
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