Coincidencias Y Malos Entendidos

Páginas: 11 (2582 palabras) Publicado: 22 de septiembre de 2015
Coincidencias y malos entendidos.



Un largo y agotador día, sin duda, pero Eduardo Gracia sonríe aliviado: el minutero del reloj control se afana ya en las últimas tres barritas que son los últimos tres barrotes que lo separan de la diaria libertad after hour. Disimuladamente, para que nadie repare en su premura por partir —le costaría una andanada de arteras pullas de parte de sus compañerosy una condenadora levantada de cejas de su jefe— Eduardo Gracia comienza a ordenar su escritorio y a guardar la papelería para archivar el día siguiente en sus correspondientes cajones. Junto a su maletín, en el piso, reposa la bolsa plástica de la Librería Nacional con los útiles de dibujo que Camila, Camilita, su chiche, le pidió como regalo de cumpleaños, y que Eduardo adquirióconcienzudamente en la Librería Nacional sacrificando íntegra su, de por sí, escasa hora de almuerzo. Lo de hora es un eufemismo, cuando anda con ataque de buena voluntad el jefe les concede treinta minutos, pero pareciera que hace tiempo ya se vacunó. Pero aun así Gracia cumplió su cometido feliz porque hoy es el día exacto del onomástico de su tesoro. Cayó en viernes este año, por lo que al día siguiente secelebrará con la familia; los primos, tíos y abuelos que llegarán ansiosos y voraces como langostas en manda y que, después de interminables horas del suplicio de interminables conversaciones interminablemente insulsas se irán, como siempre, insatisfechos y pelando por cada detalle que no calce con sus ideas de cómo debe vivirse la vida, la propia y sobre todo la ajena, dejando el salón, jardín,baños y cocina en un lamentable estado de tierra arrasada. Año tras año. Pero hoy… hoy no; hoy es la celebración íntima de ellos, su esposa Silvita, su hija Camilita y él, el rey de la casa.
¡Las siete, por fin! Hoy el sádico reloj-control se demoró más que otras veces, con su cansino paso de anciano senescente, que ojalá repitiese en las mañanas en el acuse de la hora de entrada. No, ahí sí queavanza ágil, gracioso y veloz, como una colombina alegre y feliz. Y sádica, por cierto, como disfrutando cada minuto que le roba a su tarjeta de entrada, cada peso que le merma a su raquítico cheque de fin de mes.
Pero ya está afuera, eso es lo que importa. Todo lo demás es secundario, todo lo demás —el reloj, el sueldo, los imbéciles de sus compañeros, el pelotudo del jefe— puede esperar hasta mañanade nuevo. Lo que importa ahora es apurar el paso para llegar cuanto antes a casa, a soplar las velitas y cantarle el japibersdei a la Camilita. Cinco años cumple hoy su tesoro, su preciosura, y tan linda ella. No le pidió un celular, ni una Barbie, ni una tablet… le pidió simplemente ¡un block grande, papá, y hartos lápices rojos de todos los colores! Linda ella, qué criatura más consciente yadorable. Se ríe solo de puro contento.

Cruza raudo, en dirección al norte, el Parque Forestal, dejando atrás la oficina, sorteando a los rabiosos ciclistas y las furtivas parejas que se han puesto de acuerdo para ponerse por delante y entorpecerle el paso, para demorarlo aún más en su camino de vuelta a casa. Pero no le importa, la idea de ver la carita de felicidad de su nena al abrir la bolsa deregalo se superpone a la luz de los semáforos en rojo y al agua que salpican los automóviles que desvían a propósito su camino para pasar sobre los charcos en las cunetas y empapar de pies a cabeza a los desprevenidos peatones como él. Ha llovido sobre Santiago y las calles brillan a la luz de los faroles.
Llega al último semáforo carmesí —el color preferido de Camilita, es el que más ocupa así quele lleva hartos lápices en ese tono— y se detiene a esperar la luz de paso. Su pecho está henchido como globo de cumpleaños de contento, siente ganas de sonreírle a todo el mundo y contarle lo feliz, lo orgulloso, lo dichoso que lo hace ese portento de hija que tiene. Tarde llegó a su vida eso sí, no puede negarlo, su carnet indica que ya hace rato que superó la cincuentena. Su mujer, la...
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