Comentario A La Muerte Del Autor De Roland Barthes
Comentario a la muerte del autor de Roland
Barthes
Uno de los textos clave que definen lo que algunos denominaron "posestructuralismo" es, sin
duda,
La Muerte del Autor
de Barthes. Se publicó en una de las revistas más innovadoras de la
historia, la norteamericana
Aspen en el año 1967. Como un Julio Verne de la era
hippie
, esta
publicación vanguardista, con colaboradores del calibre de Andy Warhol, que diseñó una de sus
portadas, inventó el equivalente a una revista con CD con los medios de su tiempo: cintas de
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o discos para fonógrafo. Ya en 1968, y en francés, fue publicada en el número 5 de
Manteia
. Eminente semiólogo, Roland Barthes perteneció a la llamada “pandilla de los cuatro” del
"estructuralismo", pero se le considera también un posestructuralista, etiqueta que fue rechazada
por la mayoría: Foucault, por ejemplo, se consideraba a sí mismo un crítico de la modernidad,
aunque se le atribuyeron las etiquetas cuasi antinómicas tanto de postestructuralista como de
posmodernista, lo que no sorprende en corrientes parcialmente coetáneas tan ambiguas.
Según Barthes, el autor es un concepto moderno que se acuñó una vez finalizada la edad
media gracias a corrientes de pensamiento como el empirismo inglés y el racionalismo francés
que devinieron en un mayor prestigio del individuo en contraposición, como siempre ocurre en la
historia que se nos explica y en la moda, entre otros constructos, al pensamiento medieval, teocéntrico. Estas corrientes contribuyeron a la creación en el siglo XIX del positivismo o la
adoración del Dios científico, presentando múltiples rizomas con la ideología capitalista y, en
particular, con la "mano invisible" de Adam smith que, invisiblemente, domina al proletariedo.
Este enfoque marca el inicio de la figura del Crítico, elemento del mundo conceptual del discurso que trata, en el más puro estilo decimonónico, de explicar la obra según su productor;
existe, por lo tanto, una figura compartimentada y cognoscible anterior al texto a la cual dirigirle
preguntas para llegar a la Verdad del texto, única como el Dios de Abraham. Prosigue
explicando la génesis de la muerte de un autor tan inexistente como el dios de Nietzsche, que
comenzaría en Francia con Mallarmé, sustituyendo al propietario el autor por el propio lenguaje, es decir, devolviendo al lenguaje la autoría de sí mismo. Escribir sería alcanzar el punto
en el que sólo el lenguaje actúa "performa", para hablar en términos chomskyanos, es decir,
que ya no hay un Yo interiorizado que declare lo escrito.Otro poeta, Valéry, muy influenciado
por éste, afirma que cualquier recurso a una interioridad del sujeto escritor es poco más que una superstición. Proust, por último, trata de emborronar la relación existente entre el autor y sus
personajes. El narrador sería aquel que "va a escribir".
Los surrealistas, con Breton a la cabeza, no proclamaron explícitamente la muerte del autor
con autoridad, pero sí contribuyeron, apoyados por el andamiaje de la
episteme
psicoanalítica y las fecundas teorías freudianas, a su desacralización a través de mecanismos como, por ejemplo,
el proceso de creación literaria conocido como "escritura automática" (que evoca el método
freudiano de la "asociación de ideas"), en el que el mismo narrador desconoce lo que quiere decir
a priori
y deja a la mente consciente cognoscible apartada, e intenta, en la medida de lo
posible, dejar a las partes más inconscientes de la mente, más libres de ataduras morales y del pensamiento lógico, expresarse con mayor libertad. Finaliza este recorrido histórico con las
aportaciones de la semiótica, que muestra que un enunciado no precisa de un emisor para poseer
un significado.
El texto de Barthes apareció en Francia el año de la primavera de Praga y del mayo francés, ...
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